Maji Moto (Kenia) y la Boma de las Viudas Masai

Boma2No hace mucho tiempo en un artículo de un periódico se hablaba del pueblo Masai y su pérdida de identidad, poniendo como ejemplo lo fácil que ya era ver a los conocidos Guerreros Masai con un teléfono móvil y vestidos ocasionalmente para hacer negocio con los turistas que visitan Kenia y Tanzania de Safari.

La verdad es que en cierto modo no le faltaba razón al articulista, pero aún es fácil también ver como algunas de las tradiciones más duras de los Masai continúan vivas en la actualidad. Incluso años después de que el turismo llegara masivamente a las regiones en la que viven y aumentara la atención sobre su cultura y sus tradiciones.

Un claro ejemplo de estas duras tradiciones lo padecen las Viudas Masai, cuya realidad conocimos en la comunidad de Maji Moto, en tierras keniatas, durante un safari fotográfico entre Kenia y Tanzania.

Boma1Maji Moto, cuyo nombre parece japonés pero realmente traducido del lenguaje local significa agua caliente, se encuentra junto a las colinas Loita, a unas tres horas en coche por carreteras polvorientas  de la capital de Kenia (Nairobi) y a una hora de la entrada a La Reserva Nacional de Masai Mara por Sekenani.

La presencia de un manantial de agua caliente en las proximidades da nombre al lugar y posiblemente es el motivo de su origen allí, siendo la fuente de vida de un entorno típico de sabana en el que es fácil imaginar la dureza de vivir allí.

Gracias a guías locales en esta comunidad conocimos una Boma (recinto o corral empalizado para proteger el interior de los enemigos o fieras que merodean en el exterior) en la que solo habitaban mujeres, la mayoría de entrada edad, y que compartían la desgracia de ser viudas en un sociedad de duras tradiciones como la Masai.

La mujer masai se encarga de cuidar la casa, a los hijos y al ganado, de ir a por agua y a por leña, de ordeñar el ganadoBoma3 y de hacer la comida. Pero como parte más dura asociada a su condición también puede sufrir la ablación, llegar a ser compartidas entre los Guerreros Masai y ofrecidas por ganado (signo de riqueza en la cultura Masai) a otras familias para favorecer un matrimonio pactado. Sin embargo, a pesar de todas las responsabilidades y exigencias que tienen que cumplir, el número de derechos no va en la misma proporción que el de obligaciones.

En una sociedad en la que aún se practica la mutilación genital (a pesar de estar prohibida), las mujeres viudas son repudiadas por los familiares del marido fallecido y pierden todas las posesiones acumuladas durante el matrimonio. Prácticamente no tienen derecho a nada, se les arrebata el ganado, y quedan desamparadas y al cargo de los hijos si éstos aún no pueden valerse por sí mismos.

En Maji Moto pudimos ver como algunas de estas mujeres han podido salir adelante gracias a la ayuda de una ONG local, de empresas turísticas que dentro de su política de responsabilidad social corporativa organizan visitas para conocer esta comunidad, de visitantes por cuenta propia que deciden ayudar y de donantes anónimos .

Boma8Al aproximarnos a la Boma de las viudas sus inquilinas salieron a recibirnos vestidas con las mantas de vivos colores típicas de los Masai (herencia de cuando sus tierras fueron colonia inglesa) y engalanadas con llamativos adornos de abalorios nos invitaron a entrar en su casa mientras cantaban y realizaban un baile típico, que habrán repetido tantas veces como visitantes extranjeros  se hayan acercado a conocerlas.

El recinto de la boma se componía de una empalizada exterior, para protegerse de intrusos ajenos a la comunidad, y otra interior en la que se guardaba el ganado. Ambas empalizadas estaban hechas de ramas de acacia y entre ambas murallas vegetales se encontraban las manyattas  (chozas de barro) en las que viven las mujeres de este grupo de viudas.

Las estancias eran de muy reducidas dimensiones, estaban hechas con barro y madera, y no disponían de ningún tipo de comodidad. En su interior imperaba la oscuridad y sólo con la ayuda del flash de la cámara era posible ver una pequeña cocina de lumbre, que hacía las veces de estufa y de fuente de luz para ver en el interior de la estancia, unos pocos utensilios y lo que se intuía era un camastro donde dormían los inquilinos de la manyatta. El techo y las paredes interiores se encontraban totalmente teñidas de negro, por el humo de la lumbre de la cocina, y la única entrada de luz y aire en las chozas se producía a través de la puerta. No había ventanas, ya que cuantas menos facilidades tengan los insectos y los intrusos para entrar en las chozas mayor protección tendrán sus inquilinos.

Boma4La falta de comodidades hace necesario que tengan que salir a por agua y a por leña para cocinar, para ellas y para los hijos que han quedado a su cargo, lo que obliga a salir del recinto y andar unos cientos de metros fuera de la protección de la boma.

Dentro del recinto todas las mujeres son iguales y unas se ayudan a las otras, independientemente de la edad y de la autonomía de cada una de ellas. Por eso todo se comparte y el hoy por ti y mañana por mí impera en el lugar.

Durante nuestro tiempo en la boma a ninguna de las mujeres les faltó la sonrisa en la cara, ni tampoco faltaron las buenas formas ni la amabilidad. Seguramente porque ven en los turistas una forma de subsistencia que, sin ser presumiblemente la más deseada por ellas, es quizás la más asequible y ventajosa en su situación actual.

Como colofón a la visita nos invitaron a comprar alguno de la multitud de adornos corporales de cuentas y abalorios que, hechos por ellas mismas, venden a los turistas. Cada diseñadora se sienta frente a sus creaciones, que muy cuidadosamente presentan sobre una tela en el suelo, e invita a comprar a todo el que pasa frente a su improvisado puesto. Cabe la posibilidad de regatear, pero este es uno de esos sitios en los que no apetece por motivos obvios.

Finalmente, tras cerca de veinte minutos, abandonamos la Boma de las viudas y fuimos despedidos con los mismos Boma6cánticos y danza con los que nos recibieron a nuestra llegada.

Mientras nos alejábamos del lugar fuimos conscientes de que la sociedad Masai sí está cambiando poco a poco. Pero aún quedan grandes diferencias sociales y tradiciones ancestrales que perjudican seriamente a la mujer y hacen de su día a día una lucha continua.

El guía local que nos acompañó durante la visita indicó que actualmente las mujeres de la boma, además de vivir del turismo, ayudan a cuidar a las niñas de una escuela próxima de acogida (para salvarlas de sufrir la ablación) y obtienen ingresos adicionales de cuidar ganado.

¿Cómo llegar hasta Maji Moto?

Boma7Puedes llegar por tu cuenta con un todo terreno de alquiler, a través de alguna agencia o dentro de un viaje organizado. Como se indicó con anterioridad, está a algo más de tres horas de Nairobi y a algo más de una hora de la Reserva de Masai Mara.

Si decides ir por tu cuenta, ten presente que las carreteras en Kenia no son como las de aquí. Así que conviene ir con un conductor experimentado y tener mucho cuidado en el trayecto.

En Maji Moto disponen de un campamento perfectamente acondicionado para proporcionar alojamiento a visitantes y desde el que se organizan diferentes actividades, entre las que se encuentra la visita a la Boma de las Viudas, para conocer el entorno y la cultura Masai.

Los responsables del campamento son los mismos que llevan el proyecto social de Maji Moto, para proteger a niñas contra la ablación y a las viudas de la exclusión social (majimoto.org), y su trabajo es digno de admiración y merece ser conocido y divulgado.

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Comentarios

  • Raúl
    11 abril, 2017 11:04

    Viajaré a Kenia el próximo verano y obviamente la naturaleza africana es el motivo fundamental, pero leyendo el post me ha despertado la curiosidad y ganas de conocer una tribu Masai. Me encanta como lo has explicado, no parece una turistada como las que suelen ofrecer… enhorabuena por la publi y gracias por la info.
    Un saludo, Raúl de Abrazado al Mundo.

    • 12 abril, 2017 00:17

      Hola Raúl, gracias por tu comentario. La experiencia de la boma es una de las que mejor recuerdo nos dejó Kenia durante nuestro viaje. Como bien dices, no todo es sabana y animales salvajes y se pueden hacer otras actividades que además, como en este caso, pueden ayudar a la comunidad masai ¡Buen viaje!

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