Tenemos la suerte de encontrar a lo largo y ancho de la geografía española un gran número de destinos turísticos que merecen la pena ser visitados y disfrutados con intensidad aplicando los cinco sentidos.
Podemos, los que vivimos o somos de la piel de toro, presumir sin complejos de un patrimonio natural, histórico, cultural, monumental y gastronómico que destaca a nivel mundial.
Es algo conocido y reconocido en el mundo entero pero, curiosamente, nosotros los primeros, en muchas ocasiones nos desplazamos cientos de kilómetros más allá de nuestras fronteras para conocer otros lugares que nos puedan sorprender.
Viajar fuera nunca tiene nada malo, al contrario. Conocer el extranjero siempre enriquece y por ello tan recomendable o más que comer cinco piezas de fruta al día 😉
Pero aquí, en este blog, nos gusta recordar que en nuestra tierra aun quedan infinidad de lugares con mucho que ofrecer y, de igual forma que los destinos más lejanos, también tienen esa capacidad de enriquecer el cuerpo y la mente.
Por eso en esta ocasión volvemos a la carga con un destino nacional, pero de una forma muy distinta.
Invertir varios días de nuestro preciado tiempo, para disfrutar con la intensidad que se merece, en un extenso recorrido por una parte de nuestra geografía con muchas virtudes turísticas.
A través de una «Buena Ruta por el Sur de Salamanca y el Norte de Cáceres«
Contenido
Nos aventuramos así a proponer un ambicioso recorrido, obviando límites o divisiones regionales, que nos va a llevar a lo largo de dos provincias distintas, Salamanca y Cáceres, y sus correspondientes Comunidades Autónomas también vecinas, como son Castilla León y Extremadura.
Todo ello a lo largo de un recorrido circular por carretera, que los blogueros más avezados hacen llamar “road trip”, de unos 240 km en total.
Lo fácil habría sido escribir de forma individual sobre cada punto del recorrido que proponemos, algo que en parte ya hemos hecho y quizás lo volvamos a hacer.
Sin embargo visto todo en un conjunto, nos parece un plan tan interesante para un viaje de varios días que nos hemos aventurado a proponerlo dentro de una misma ruta en este artículo.
Quizás pequemos de ambiciosos, pero merece la pena intentarlo.
Este extenso recorrido implica la visita a un total de 13 localidades, pertenecientes a las Mancomunidades de Entresierras, Sierra de Francia, Las Hurdes, Ruta de la Plata, Guijuelo y Embalse de Béjar ¡Casi Nada!
Una extensión suficiente para disfrutar en poco tiempo, entre otras muchas cosas, de singulares paisajes de robles y castaños centenarios, del poder del granito, de parques naturales y reservas de la biosfera, del Camino de Santiago y la Cañada Real de la Vía de la Plata, de parajes fluviales imponentes, de antiguos restos Templarios, de la arquitectura tradicional, de tradiciones arraigadas, de la herencia de antiguos oficios o de una gastronomía popular a base de buenos productos locales como, por ejemplo, el jamón y los embutidos ibéricos, las patatas finas y las meneas, la miel, las setas, las castañas, el vino o el hornazo…
Para poder vivir la experiencia turística que proponemos en su total magnitud, como mínimo, hay que contemplar unos 5 días de viaje.
Lo que viene a ser un buen puente o una escapada de un fin de semana largo 😉
Aunque hemos de decir que la propuesta da el suficiente juego para poder considerar más o menos días, según interese, y permitir conocer la zona en varias tandas o en mayor extensión.
Porque cada parada propuesta y sus alrededores tienen mucha miga…y mucha tajada que ofrecer.
Por ello este artículo ha de entenderse como un entrante o aperitivo sobre lo que esta joya de la geografía ibérica pone a nuestra disposición.
Que busca servir como el detonante de la chispa que despierte la inquietud por visitar este territorio a todos aquellos amantes del turismo de interior o de proximidad, que quieren sorprenderse sin tener que desplazarse a miles de kilómetros de casa.
Algo que por otro lado, sin ser prácticamente conscientes, puede ayudar a ser partícipes de un turismo más sostenible, por contribuir a un menor impacto medioambiental y al desarrollo rural mientras viajamos.
Como hemos dicho, proponemos un recorrido «circular» y para cumplirlo contamos con un mismo punto de salida y llegada.
Podría servir cualquiera de los incluidos en la ruta, pero nos hemos decantado por buscar uno suficientemente conocido para empezar y, por otro lado, bien comunicado.
A partir de aquí, para facilitar la cuestión, pasamos a indicar las paradas agrupándolas por provincias para orientar un poco mejor sobre su situación.
Respecto al tiempo a dedicar a cada una de las paradas, puede ser muy variable.
Pero al tratarse de localidades pequeñas en muchos casos con media mañana, o medio día, puede ser suficiente para un recorrido exprés.
Aunque, como en casi todo viaje, cuanto más tiempo se le dedique a cada parada más se disfrutará de la experiencia.
¿Comenzamos?
Primera parada y punto de partida archiconocido, gracias a su reputado Jamón Ibérico y su industria chacinera.
Este municipio salmantino de la Mancomunidad del mismo nombre representa, con sus más de más de 5.000 habitantes, uno de los núcleos de población de mayor tamaño de todos los que componen nuestra ruta.
Bien comunicado por la A66, se sitúa a 50 Km al sureste de Salamanca capital y a unas dos horas y media en coche de Madrid.
Todo aquí pasa por el cerdo ibérico y lo que de él se puede extraer. Ya que la industria del bendito ibérico lo inunda todo y es el motor económico local y comarcal.
Algo de lo que uno se percata rápido, ya que el negocio chacinero lo vamos a encontrar en mayor o menor medida por todos los puntos de nuestro recorrido.
Un intenso olor a jamón curado inunda casi en cada rincón, producto de las innumerables fábricas y secaderos que se extienden por toda la localidad. Sus edificios de amplias fachadas repletas de ventanas son característicos.
En una localidad en la que su equipo de fútbol viste una camiseta que honra al jamón con su estampado, otra cosa puede que no pero, buen pernil seguro que encontráis.
Para empaparse de su cultura y de los que la tradición del ibérico supone para los guijuelenses, es posible realizar visitas guiadas en alguna de sus fábricas para conocer el proceso de fabricación del jamón con Denominación de Origen Guijuelo.
También se puede visitar el Museo de la Industria Chacinera (2 €) para descubrir con detalle aspectos antiguos y modernos asociados a este famoso producto gastronómico, o participar en sus Jornadas de la Matanza típica que todos los años se celebran sobre el mes de Febrero.
Más allá del embutido, en Guijuelo también se pueden visitar los restos del Torreón de su antigua iglesia del siglo XV y la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Pero su principal atractivo radica en el turismo industrial y gastronómico.
A 12 kilómetros de Guijuelo, pasado el pueblo vecino de Fuenterroble de la Salvatierra (parada del Camino de Santiago en su ruta de la Vía de la Plata), llegamos a la Villa de los Santos.
¿Qué hay más gratificante que viajar a un lugar y sentirse como en casa? Pues eso es lo que ocurre cuando se llega a esta localidad salmantina.
Quizás el tener la suerte de ser de estas tierras decanta la balanza de nuestra opinión, pero es que en Los Santos, además de encontrar interesantes propuestas que ver y hacer, uno se siente como en casa. Siempre apetece volver.
Regresar para, entre otras muchas cosas, recorrer su original Parque Temático del Granito, que resume el estrecho vínculo de los santeños con el oficio de la cantería y permite contemplar espectaculares amaneceres, atardeceres, cielos estrellados y vistas sobre la Sierra de Béjar.
Es sin duda un lugar mágico que, por distinto a otras paradas de la comarca, destaca en singularidad ¿Cuántos paseos, confidencias, estrellas fugaces, amores o desamores habrán visto sus vetustas piedras?
Los enormes bloques de granito que forman el parque tienen su origen en las canteras existentes en el término municipal.
Este mineral es tan importante y abundante en la zona que representa el elemento constructivo predominante de los edificios del pueblo. Siendo aun posible ver buenos ejemplos de arquitectura tradicional con fachadas de piedra.
Otro punto imprescindible del pueblo es su magnífico Castañar Centenario, uno de los mejor conservados de Castilla y León. Esperamos que por mucho tiempo.
Se trata de un pequeño pero cuidado bosque público de árboles fornidos que son ya parte de la historia del pueblo.
Durante varios siglos, se dice pronto, sus castaños han regalado a sus vecinos buenas estampas y castañas pilongas o regoldanas, que generosamente han dejado caer al suelo cada otoño.
Algo que se celebra a principios de noviembre con la fiesta de los calboches (castañas asadas).
Por otro lado hay que significar que la historia de esta villa está unida al paso de los Templarios por la comarca, pudiendo encontrar algunos de sus símbolos en los muros de su Iglesia de San Bartolomé.
Es un buen sitio para hacer parada y tomar un pincho de morro con un vino en algunos de sus bares. Así como para comprar productos ibéricos, miel o los tradicionales hornazos (masa de pan horneada rellena de buen embutido) en los comercios o directamente a alguno de los productores locales.
Siguiendo ruta podemos hacer parada en el Puente de Rando, que se encuentra pasados unos kilómetros el pueblo de Los Santos y ya dentro de lo que es el término de San Esteban de la Sierra.
Sus orígenes vienen de la época de los romanos, que encontraron en su ubicación el mejor paso sobre el río Alagón, pero su construcción actual data del siglo XVII.
Grandes bloques de piedra le dan cuerpo y resisten como pueden el paso del tiempo, en un entorno perfecto para contemplar el espectáculo natural que ofrece el lugar, en el que las aguas del río han ido horadando la roca granítica de su cauce dando lugar a caprichosas formas.
Para llegar a este puente hay que abandonar la sinuosa carretera que viene desde Los Santos para seguir por uno de los caminos que salen de su margen derecha.
Un cartel indica el desvío, a unos 5 km de Los Santos, pero hay que estar muy atentos para no saltárselo.
Desde este desvío hay unos 3 kilómetros de pista que, en parte, se pueden hacer en coche. Pero el último kilómetro mejor hacerlo andando.
Continuando por la carretera (DSA-241), que también ofrece unas espectaculares vistas sobre el valle del Alagón y la Sierra de Francia, tras unos 8 kilómetros llegamos hasta el pueblo de San Esteban de la Sierra.
Una localidad plenamente Serrana de la Mancomunidad de Entresierras.
Sus casas se encaraman sobre una ladera y muy cerca del cauce del Alagón, al que se puede llegar fácilmente andando desde el pueblo.
Aquí la arquitectura tradicional ya cambia y se empiezan a ver las típicas construcciones serranas que combinan la piedra, la madera, el barro o la teja roja.
El pueblo tiene vestigios medievales, como la ermita, la iglesia o el puente que cruza el cauce del río.
Su abrupta orografía la han sabido aprovechar los vecinos mediante la formación de terrazas y bancales sobre el escarpado terreno.
En muchas de estas formaciones se vienen cuidando con mimo desde hace décadas las viñas que dan la uva destinada a producir el vino local.
El colorido paisaje que ofrecen estas viñas en otoño es un verdadero espectáculo.
A la entrada del pueblo hay una bodega cooperativa que atestigua la importancia que tiene la producción de vino para los vecinos.
Se abrió en 1959 uniendo la cosecha de uva Rufete procedente de decenas de viñedos del término del pueblo y sus propietarios, con esfuerzo, crearon el vino de Tiriñuelo.
Un marca de caldos que goza de protección bajo la Denominación de Origen Protegida Sierra de Salamanca.
No hace falta decir que San Esteban de la Sierra es un buen lugar para probar y comprar vino ¿No?
Finalmente indicar que el pueblo se encuentra en plena Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia.
Lo que significa que goza de un privilegiado entorno natural que puede visitarse a través de varias rutas y senderos que comunican con los pueblos vecinos y rincones singulares de la reserva.
Una de esas rutas es el Camino de los Trasiegos, que conecta con la vecina localidad de Valero (muy conocida por su miel) a través de la antigua ruta de comunicación que utilizaban los vecinos de la zona. Sus vistas sobre la Sierra de las Quilamas es impresionante.
Su nombre también nos indica que seguimos en plena Sierra de Francia y en los dominios de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia, pero sin abandonar la Mancomunidad de Entresierras.
Se encuentra a menos de 2 kilómetros de la parada anterior y, al igual que en aquella, la arquitectura tradicional y el entorno natural son un elemento destacado del pueblo.
Entre su patrimonio monumental destaca su iglesia parroquial del siglo XVI y algunos ejemplos de arquitectura tradicional.
En la parte alta del pueblo se encuentra uno de nuestros restaurantes preferidos de la zona, el Bar-Restaurante La Terraza (a veces también discoteca rural, que hay que ver para entender el concepto).
En él se pueden degustar una buenas patatas meneas, el cuchifrito y su premiado postre a base de leche de cabra (orgullo del propietario).
Es un establecimiento familiar con precios populares y unas vistas magníficas desde su terraza sobre la sierra.
Ya fuera del pueblo, a unos 4 kilómetros en dirección a Miranda de Castañar por la carretera SA-220, se llega a una parada imprescindible; Las Puentes del Alagón.
Una zona recreativa de piscinas naturales en el río Alagón junto a un antiguo puente romano.
Es un lugar especialmente frecuentado en verano, para disfrutar de las frescas aguas (muy frescas) del río en un entorno paisajístico destacado.
Este pueblo de la Sierra de Francia se sitúa a 8 kilómetros de las Puentes del Alagón y es, sin lugar a dudas, uno de los más bonitos de la zona.
Prueba de ello es que su casco histórico ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico y forma parte del listado de Pueblos más Bonitos de España.
Sus orígenes se remontan al siglo XII y goza, gracias a su antigüedad e importancia histórica, de un interesante patrimonio monumental.
Destacan su Castillo y la muralla medievales, así como su singular plaza de toros cuadrada, la más antigua de España de estas características.
En el entorno de la plaza hay numerosos edificios notables que, en su conjunto, ofrecen una imagen que transporta al visitante al pasado.
Fuera del pueblo, combinando arte y naturaleza, se encuentra el Camino de los Prodigios.
Una singular ruta, que comunica Miranda del Castañar con Villanueva del Conde (otra parada interesante para los que quieran catar buenos vinos de la zona).
En ella diversos artistas locales han instalado parte de su obra artística en el camino, entre piedras, robles, endrinos, madroños y resto del paisaje característico local.
La ruta es circular y puede llevar unas cuantas horas para disfrutar, a lo largo de sus 10 Km), de esta curiosa combinación de arte en la naturaleza.
Situado dentro de los dominios del Parque Natural de las Batuecas, este pueblo de la Sierra de Francia es otra de las maravillas de la zona.
Se encuentra a 12 kilómetros de Miranda del Castañar, en un entorno privilegiado de la sierra y del valle del Alagón.
Con el paso de los años ha conseguido mantener y recuperar con éxito su patrimonio artístico y cultural junto a su arquitectura tradicional, lo que le ha valido el ser reconocido como Conjunto Histórico Artístico.
Disfruta de abundantes ejemplos de arquitectura popular serrana, que se extiende a lo largo de un cuidado entramado de estrechas calles que le otorgan un particular encanto.
A este patrimonio arquitectónico hay que añadir una, más o menos, reciente iniciativa artística que ha llenado las fachadas de las casas de Mogarraz con retratos de sus vecinos.
La iniciativa, promovida por el artista local Florencio Maillo, se denomina “Retrata2” y está formada en la actualidad por más de 700 retratos que, por lo que hemos visto, no dejan indiferente a ningún visitante al contemplarlos.
Seguimos ruta y, tras aproximadamente otros 12 kilómetros por serpenteantes carreteras de la Sierra de Francia, nos plantamos en San Martín del Castañar.
Otra de las maravillas del turismo rural de la comarca.
Don Miguel de Unamuno describió en “Andanzas y visiones españolas” (1922) este pueblo como sigue:
“Este testudo de rojos tejados, como la testudo que uniendo sus escudos sobre sus cabezas formaban los legionarios romanos; esa masa roja, coronada por la torre de la iglesia, y que humea entre el verdor de los castaños.
Ahí abajo entre el cascajo de las laderas, corre el río Francia. Más allá, aquellas ruinas de un antiguo castillo y aquella torre que parecen aparentar otro grupo de rojos tejados, es San Martín del Castañar.
Casas caseras, de piedra de berruecos serranos y de madera, madera renegrida por las lluvias y por el humo de los hogares, aquellas casas que abrigan bajo los anchos aleros de sus tejados un mundo de recuerdos cotidianos…la eternidad de la costumbre.”
Un retrato bastante fiel de lo que hoy, casi un siglo después, podemos ver al visitar este rincón del sur de Salamanca, también declarado Conjunto Histórico Artístico.
Su plaza tiene especial encanto y entorno a ella se concentra la mayor actividad local. Sus cuidadas casas serranas y señoriales acogen, en algunos casos, tiendas de artesanía local, bares y restaurantes.
Su antiguo castillo del siglo XV acoge un cementerio, un mirador en su torre y el Centro de interpretación y recepción de visitantes de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia.
Las vistas sobre la sierra desde aquí, una elevada atalaya, son espectaculares.
Otros puntos de interés son su rústica plaza de toros, el puente medieval y los lavaderos junto al río o la Iglesia de San Martín.
Junto a la iglesia hay una buena panadería con estupendos productos de repostería tradicional serrana. Entre su oferta de dulces se incluyen las típicas perrunillas y los mantecados.
Continuando ruta por carretera otros 13 km, dejando el Santuario de la Peña de Francia y sus espectaculares vistas para otra ocasión, llegamos hasta (posiblemente) el pueblo más conocido de toda la comarca; La Alberca.
Uno de los miembros destacados del selecto club de los Pueblos Más Bonitos de España, que tuvo la suerte de ser el primero reconocido como Monumento Histórico Artístico.
Su merecido reconocimiento viene de una inteligente y precoz labor de conservación del patrimonio monumental y cultural.
Fue uno de los primeros en ver en el turismo una salvaguarda para mantener viva la localidad y, a tenor de los resultados, está más que demostrado que lo han conseguido.
Su casco histórico se conserva como si no hubiera pasado el tiempo por sus antiguos edificios.
La plaza mayor es su punto más reconocible.
Entorno a ella se extiende un coqueto y laberíntico entramado de estrechas calles en el que se agolpan características casas serranas de dos plantas, balcones corridos y aleros de madera para proteger de la lluvia y el sol.
Si a esto unimos el afán de los vecinos por mantener bonito el pueblo, decorando con esmero las casas con abundantes flores.
El espectáculo visual es mayúsculo.
No es raro ver vecinos ataviados con trajes tradicionales pasear por las calles o atender los establecimientos del pueblo.
Como tampoco lo es el ver deambular a sus anchas, durante parte del año, un verraco por las calles.
Forma parte de lo que se conoce como fiesta del Marrano de San Antón por la que, desde hace unos cuantos siglos, el 13 de junio se bendice un cochino que pasa a ser alimentado por todo el pueblo hasta que el 17 de enero es subastado.
Unido a su éxito turístico, con centenares de visitantes todos los años, la abundancia de restaurantes y alojamientos en este pueblo destaca frente a la del resto de esta ruta.
Motivo que justifica el poder encontrar en la Alberca más alternativas para hacer parada y fonda.
Esta es la última etapa del recorrido antes de cambiar de provincia. Sin embargo, antes de abandonar la Sierra de Francia, no podemos olvidarnos de visitar el Valle de la Batuecas.
Este singular paraje nos pilla de camino a Extremadura, por lo que no supone ningún esfuerzo el disfrutar de sus paisajes de densos bosques de robles, encinas, pinos y castaños.
Eso sí, hay que tener buen cuerpo para soportar la decena de curvas que dan forma a la carretera que nos llevará a la vecina Comarca de las Hurdes, ya en Cáceres.
Nuestra ruta se adentra ya en tierras extremeñas llegando hasta Riomalo de Abajo, tras cruzar el Valle de las Batuecas y pasar por Las Mestas, el pueblo en el que se inventó y aun se vende el “Ciripolen” (bebida energética a base de miel, polen y jalea real).
Son algo más de 30 kilómetros que nos adentran en los dominios de la Comarca de las Hurdes, cuya imagen dista ya mucho de aquella que mostró Buñuel en su película “Las Hurdes, tierra sin pan” (1932).
Las cosas han cambiado mucho desde los años 30 y ahora es una zona más próspera gracias al turismo, pero sin estar masificada por él.
Quizás por su pasado, quizás por ser poco conocida aún o quizás por su ubicación de difícil acceso por carretera.
Pero el caso es que se trata de un buen lugar para disfrutar de parajes naturales excepcionales con la tranquilidad que merece el entorno.
El motivo de llegar hasta Riomalo de Abajo no es otro que descubrir uno de los espectáculos naturales más excepcionales de España, el Meandro de Melero.
Se trata de una llamativa formación fluvial creada por las aguas del río Alagón.
Una pronunciada curva en su curso, que es uno de los mejores puntos de la península para ver este tipo de fenómeno fluvial.
Así que bien merece una parada, pero preferiblemente en época de lluvias.
Para llegar hay que salir del pueblo y dirigirse unos 3 kilómetros al sur, por una pista sin asfaltar, hasta alcanzar el Mirador de la Antigua que ofrece estupendas vistas sobre el meandro.
Curiosamente desde este mirador, situado en la provincia de Cáceres, lo que principalmente se divisa es la provincia de Salamanca. Ya que el río hace de lindera natural entre ambas provincias.
Si se decide emprender la ruta en verano, aunque el meandro no se verá en su mejor esplendor, se puede disfrutar de las piscinas naturales de Riomalo en el río Ladrillar.
Un buen lugar para refrescarse del intenso calor que pega durante los meses estivales.
Continuamos nuestro recorrido hacia el sur unos 50 kilómetros para alcanzar uno de los pueblos más bonitos del norte de Cáceres, Granadilla; Un pueblo abandonado devuelto a la vida.
Ubicado en plena Ruta de la Plata, se trata de un antiguo pueblo de origen musulmán que fue amurallado en su reconquista cristiana y, en su época más contemporánea, finalmente fue abandonado para la construcción del Embalse de Gabriel y Galán.
Tras muchos años de deterioro una inteligente iniciativa cultural y educativa, que cada año congrega a centenares de escolares de toda España dentro de sus murallas, ha contribuido a la recuperación y conservación de su hermoso entramado medieval declarado Conjunto Histórico Artístico.
Es un magnífico lugar para aprender lo importante que es conservar nuestro patrimonio y para disfrutar de un entorno natural privilegiado.
Ahora gratamente favorecido por las aguas del embalse que nunca lo llegaron a inundar.
Al tratarse de un pueblo abandonado tiene horarios de visita y carece de actividad hostelera en el mismo.
La más cercana se encuentra en la vecina Zarza de Granadilla (a 11 Km), que recomendamos como buen punto para hacer parada y comer un buen menú a precios populares.
Continuando camino, unos 30 Km al Este, llegamos hasta la Mancomunidad del Valle de Ambróz. En la falda de la Sierra de Béjar.
Otro llamativo entorno natural nos recibe antes de entrar a visitar una de las Juderías mejor conservadas de España, la de Hervás.
Gracias nuevamente a la conservación de la arquitectura popular, a base de madera, granito y adobe, adentrarse en el casco antiguo de este pueblo cacereño representa un nuevo e interesante viaje al pasado. Gracias al legado hebreo forma parte de la Red de Juderías de España.
Entre su entramado de calles antiguas se encuentra la travesía del Moral, que dicen es la calle más angosta de España.
Muchos de sus antiguos edificios religiosos y señoriales son visitables, por lo que en esta ocasión se puede descubrir cómo era la vida de puertas para adentro en muchos de sus edificios nobles.
Las mejores vistas de la localidad y de su llamativo entorno se pueden conseguir ascendiendo hasta la iglesia de Santa María.
Un monumento del patrimonio religioso local, vinculado a los Templarios, que ofrece estupendas panorámicas sobre el casco antiguo, el valle y la sierra.
Otro punto interesante de Hervás lo representa el puente medieval de la fuente chica.
Construido en piedra, este puente de un solo ojo sobre las aguas del río Ambróz constituye la construcción más antigua que se conserva en la localidad y ofrece una estupenda localización fotográfica.
Ni que decir tiene que el entorno natural ofrece un sinfín de actividades al aire libre, con interesantes rutas de senderismo para disfrutar bosques de robles y castaños, saltos de agua o paseos fluviales.
Siguiendo ruta hacia el norte, ascendiendo por la ladera norte de la Sierra de Béjar, llegamos hasta otro de nuestros pueblos favoritos; Candelario.
Que también tiene la fortuna de pertenecer al selecto club de los pueblos del circuito de Pueblos más Bonitos de España.
Está a menos de 30 Km de la parada anterior, de vuelta en la provincia de Salamanca, y la carretera exige ir con calma por ser zona de montaña.
Especialmente cuando las temperaturas son bajas y la nieve o el hielo pueden hacer acto de presencia.
La villa de Candelario es otro de esos lugares evocadores que permiten mirar al pasado con cierta nostalgia.
Se trata de un pueblo acogedor adaptado brillantemente a la orografía y el clima.
Como muestran sus famosas “Batipuertas” y las regateras (o regaderas), que discurren por el centro de sus calles canalizando el agua de los deshielos de las partes altas de la sierra.
La Ermita y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción son los elementos más destacados de su patrimonio monumental.
Si bien hay muchas viviendas perfectamente conservadas, que se caracterizan por una construcción robusta pensada para soportar los rigores de inviernos con fuertes nevadas.
Siendo la abundancia de nieve la que, según algunos, dio lugar al curioso diseño de las batipuertas.
En los alrededores de la iglesia es posible encontrar a un vecino vendiendo recuerdos de la localidad hechos artesanalmente en madera.
Entre ellos unos curiosos artilugios, como los de la foto siguiente, que invitamos a adivinar qué son.
El paisano que los vende, con ganas de agradar y hacer negocio, además de adular con buena labia al visitante también invita a un licor de madroño…si la compañía lo merece.
Aquí, como en todos los pueblos de la región, el embutido ibérico y los dulces típicos se pueden encontrar con facilidad.
Existiendo varios establecimientos en los que comprar, así como buenos bares y restaurantes en los que degustarlos.
Es la última parada de esta ambiciosa ruta por el sur de Salamanca y el norte de Cáceres, que se sitúa a escasos 5 Km de Candelario.
Situado también en la sierra homónima, es la localidad de mayor población de todas las descritas hasta ahora.
Gracias a su pasado industrial, asociado a la producción textil, que hizo de Béjar una de las localidades más prósperas de Salamanca.
Esa actividad industrial ya se perdió hace años, pero en los últimos tiempos el municipio está luchando por no perder su recuerdo.
Para ello se han rehabilitado algunas antiguas instalaciones textiles que se pueden visitar, para conocer cómo era la vida de antes y lo que representaba para los bejaranos.
Siendo otro buen ejemplo de turismo industrial dentro de la ruta propuesta.
Al margen de la industria del paño, concentrada a orillas del río Cuerpo de Hombre, también es posible disfrutar de un centro monumental declarado Conjunto Histórico Artístico.
Entre su patrimonio monumental más destacado, reconocido como Bienes de Interés Cultural, se encuentran el Palacio Ducal, el Jardín Renacentista del Bosque, la Plaza de Toros y las Murallas medievales.
Mención especial merecen el Palacio Ducal y su Cámara Oscura, el Jardín Renacentista de El Bosque, situado fuera del centro (1,5 km), por un llamativo diseño (siglo XVI) fuera de lo común en la zona.
Así como la Plaza de Toros, también a las afueras (2 Km), en el Santuario del Castañar, que es considerada como la más antigua de España.
Si bien en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real) nos indicaron también que es su Plaza de Toros de las Virtudes la más antigua ¿Quién tendrá la razón?
Unido a su patrimonio monumental está el cultural, destacando celebración del Corpus Christi y su Fiesta de los Hombres Musgo.
Unos llamativos y siniestros personajes que, surgidos durante los tiempos de la Reconquista, todos los años acompañan la celebración religiosa del Corpus.
Finalizamos nuestro recorrido en el punto más alto, en la cumbre de la Covatilla. Es aquí, a 18 Km de Béjar, en La Hoya, donde se encuentra la Estación de Sky de la Sierra de Béjar.
Lugar interesante para aquellos que buscan disfrutar de la nieve o de la montaña.
Béjar está a escasos 30 Km de Gijuelo por la A-66. Retornando así a la casilla de salida y dando por finalizada esta amplia ruta circular por carretera que nos ha permitido llegar a algunos de los pueblos y rincones más interesantes del Sur de Salamanca y el Norte de Cáceres.
Hay muchos más lugares que merecen una parada, suficientes para poder montar otras cuatro rutas más. Pero por alguna teníamos que comenzar ¿No? 🙂
Aunque suene a tópico, todas las estaciones del año tienen su encanto.
Debido a su privilegiada ubicación y a las arraigadas tradiciones locales, prácticamente durante todo el año hay cosas interesantes que ver y hacer para disfrutar con los cinco sentidos de esta parte de la geografía española.
Su entorno paisajístico destaca en Otoño, en el que la vegetación de las sierras y los valles toman los característicos tonos rojizos y marrones tan singulares.
Además es temporada de setas y de castañas, por lo que en muchos sitios celebran “Calbochadas” o jornadas micológicas.
En primavera el verdor lo inunda todo y tienen lugar numerosas romerías singulares. Alguna de ellas declaradas Fiestas de Interés Turístico Regional y Nacional.
Por su parte, en invierno, a partir de Enero y San Antón, comienza la temporada de la Matanza Tradicional del cerdo.
Suele durar hasta el mes de marzo y prácticamente todas las localidades, muy vinculadas al ibérico, celebran eventos en los que es posible conocer esta fiesta popular y degustar los productos gastronómicos derivados del cochino.
Finalmente nos queda el verano. Periodo en el que abundan las fiestas patronales, los pueblos tienen más vida local y es el momento propicio para disfrutar de los entornos fluviales y las numerosas piscinas naturales surgidas en la cuenca del río Alagón.
Para más información sobre la zona y los pueblos de la ruta os recomendamos echar un vistazo a las siguientes páginas web.
Seguro que os ayudan a completar información y a solventar posibles dudas o curiosidades:
⇒ Mancomunidad de Entresierras
Llegados hasta aquí seguro que, con un post tan ambicioso, nos hemos dejado muchas cosas interesantes en el tintero.
Si es así, aunque ya decíamos que esta es solo una humilde introducción de todo lo que la zona ofrece, no dudes en completar el contenido ya expuesto con comentarios que puedan resultar de interés para otros lectores.
Toda contribución a mejorar es bien recibida ¡Buen viaje y a disfrutar del turismo rural y de interior! 🙂
Como regalo, si ir por libre es lo vuestro y os gusta conducir, echar un vistazo a estas rutas por otros interesantes rincones de la geografía española.
Seguro que te os proporcionar buenas ideas para nuevos viajes.
¡Buenos viajes y a disfrutar de esta «Buena Ruta por el Sur de Salamanca y el Norte de Cáceres«! 😉
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