Viena (Austria) es una de las capitales más hermosas y con más encanto del viejo continente europeo y, además, una de las ciudades que más merece la pena visitar en invierno.
Los vieneses, acostumbrados al rigor invernal, hacen que la ciudad permanezca activa incluso en los momentos en los que el clima es más gélido.
Esto, unido a que no hay un turismo tan voluminoso como en el periodo estival, hace totalmente recomendable la visita a la capital austriaca en invierno.
La nieve y el hielo del invierno dan lugar a una imagen totalmente distinta a lo que el verano permite contemplar, convirtiéndose ambos elementos en protagonistas del paisaje urbano de esta ciudad de edificios monumentales.
Todo ello, unido a que Viena fue el epicentro del Imperio Austro-Húngaro y también la cuna y residencia de muchos personajes históricos notables como, por ejemplo, Amadeus Mozart, Beethoven, la Emperatriz Sissi o Gustav Klimt, hace que la capital austriaca tenga mucho que ofrecer al viajero.
Eso sí, si no se está preparado para soportar temperaturas bajo cero durante la visita, es mejor plantearse el viajar a Viena durante otra estación del año.
Nosotros realizamos nuestro viaje en febrero y nos topamos con temperaturas de -15ºC.
Pero, a pesar del frío intenso durante nuestro viaje de 3 días, recomendamos fervientemente conocer Viena durante el invierno y por ello os proponemos, a continuación, qué ver y hacer durante una escapada a la bella capital austriaca.
Contenido
Es el mercado al aire libre principal de la ciudad. Se emplaza todos los sábados a orillas del río Wien, en su margen izquierda, y se extiende a lo largo de más de un kilómetro entre la estación de metro de Kettenbrükengasse y el Centro de Exhibiciones de Arte Contemporáneo (Secession), una llamativo edificio coronado por una cúpula formada por hojas doradas.
Sus orígenes se remontan al siglo XVI, como mercado de leche, y en la actualidad se repleta de visitantes en busca de comida, bebida, ropa y utensilios diversos.
Es un buen lugar para probar productos típicos de la gastronomía austriaca, en alguno de sus puestos o pequeños restaurantes (en locales protegidos del frío, eso sí).
Si se ha olvidado llevar alguna prenda de abrigo, como el típico gorro de invierno o unos guantes, es un buen lugar para encontrar ropa a precios populares.
Una de nuestras plazas favoritas de la ciudad, por su amplitud, por los edificios que la rodean y por la bonita imagen que ofrece nevada.
Se encuentra a continuación del edificio Secession que antes indicábamos, siguiendo en dirección noreste, y en ella se pueden ver y visitar varios edificios singulares de la ciudad. Pero a nosotros nos llamaron la atención especialmente dos de ellos.
El primer edificio a destacar lo representa la antigua Estación de Metro de Karlsplatz.
Un edificio diseñado por Otto Wagner, famoso arquitecto vienés responsable de algunos de los edificios más importantes de la ciudad. La estación se caracteriza por su estilo Art Nouveau y en la actualidad es utilizada como sala de exposiciones.
Pero el edificio más singular de la plaza, bajo nuestro punto es vista, es sin duda la Iglesia de San Carlos (Karlskirche).
Fue construida en 1713 y sus dos columnas de la entrada llaman poderosamente la atención, gracias a sus más de 30 metros de altura. Para visitar el interior de la iglesia es necesario pagar la entrada.
Durante nuestra visita coincidió que, justo frente a la iglesia, había instalada una singular exposición de letrinas portátiles decoradas de forma artística, generando una imagen bastante chocante que perfectamente podría entrar a formar parte de nuestra colección de Baños Curiosos por el Mundo.
En los alrededores de la plaza también se encuentran La Casa de Los Artistas (Künstlerhaus), edificio de diseño clásico perfectamente reconocible por su tejado acristalado que acoge exposiciones de arte, La Sociedad de Música de la Ciudad (Musikverein), sede de la Orquesta Filarmónica de Viena y con una extensa programación que incluye el famoso Concierto de Año Nuevo de Viena, el Museo de Historia de la Ciudad, con exposiciones que abarcan diferentes periodos de la historia de Viena, y la Universidad Técnica de la ciudad con el llamativo búho que preside la facha de la biblioteca la hace inconfundible.
Este edifico monumental, ubicado en Albertinaplatz 1, era el Palacio de Alberto Casimiro Augusto de Sajonia, responsable de que en la actualidad el edificio acoja una de las colecciones de arte más importantes del mundo, la Colección Albertina. Alberto de Sajonia fue un apasionado coleccionista de grabados y dibujos de artistas de renombre, que actualmente forman parte de la exposición.
El antiguo palacio del siglo XVIII que alberga la exposición fue modernizado en 2003 por varios arquitectos austriacos. Siendo Hans Hollein el autor del llamativo voladizo de titanio que da aspecto futurista al edificio original.
Se puede llegar fácilmente andando desde Karlsplatz, gastando suelas en dirección norte por Operngasse.
La entrada cuesta algo más de 11 €.
El Palacio Hofburg es tan extenso que se puede echar perfectamente toda una mañana visitando todos sus rincones.
Sus orígenes se remontan al siglo XIII, pero su construcción ha transcurrido a lo largo de cerca de siete siglos para convertirse finalmente en residencia imperial de los Habsburgo hasta 1918.
La hegemonía austriaca en el viejo continente europeo durante el barroco convirtió a este emblemático palacio de Viena en el centro político, cultural y artístico de la época.
En la actualidad alberga numerosas actividades e instituciones, a lo largo y ancho de un complejo con 500.000 m² repartido en 18 alas de edificios, que acogen un total de 54 escaleras, 19 patios, 2.600 habitaciones y más de 200.000 m² de jardines nevados.
La parte principal del palacio la representan los Apartamentos Imperiales, que incluye la antigua residencia del Emperador Francisco José I de Austria y la Emperatriz Isabel Amalia Eugenia, más conocida como Sissi.
Además también forman parte del palacio edificios como el propio Palacio Albertina, el Museo de Etnología, la Iglesia de los Agustinos, el Museo de Historia Natural de Viena, La Biblioteca Nacional de Austria, El Museo de Cine Austriaco o incluso la Oficina Presidencial del Presidente Austriaco.
Pero merece la pena mencionar a parte los edificios que albergan a La Escuela Española de Equitación (en Michaelerplazt), un complejo de equitación barroco en el que es posible asistir a las famosas exhibiciones de doma de Lipizanos (el caballo emblema de la escuela de equitación vienesa), y, justo en el otro extremo, El Museum Quartier, que da espacio en la antiguas caballerizas imperiales a un conjunto de museos en edificios de diseño que albergan exposiciones de arte vanguardista.
Hay que pagar entrada para acceder prácticamente a todos los edificios pero, si no se está por la labor, se puede disfrutar igualmente de todo el complejo imperial recorriendo sus jardines y contemplando las fachadas de sus monumentales edificios ¡Es gratis!
Debido a su gran extensión, es posible acceder desde numerosos lugares al palacio de Hofburg. Pero un buen punto de inicio puede ser desde el edificio de Albertina, ya que tras él se extiende todo el complejo imperial.
Con reputada fama internacional, la Ópera de Viena (Wiener Staatsoper) es un emblema de la ciudad.
La construcción del edificio durante la segunda mitad del siglo XIX recibió muchas críticas por su diseño, que con el paso de los años y continuas remodelaciones del edificio se fueron acallando y dando paso a su prestigio mundial en el mundo de la música.
Es un símbolo de la vida cultural y social de la ciudad y un reclamo para muchos visitantes extranjeros. En sus alrededores es fácil encontrar una amplia oferta de entradas a través de vendedores callejeros.
Los mejores directores de orquesta e intérpretes de ópera han actuado aquí y famoso es su «baile de los debutantes», en el que por un día la ópera se transforma en un salón de baile y da paso a decenas de parejas de jóvenes vestidos de etiqueta dispuestos a bailar un elegante vals.
Se ubica en Albertina y KarlPlazt, concretamente en el número 2 de Opernring. Así que es muy fácil acercarse andando hasta este templo de la música, donde obras como las de Mozart, Verdi y Strauss no pueden faltar.
Además de disfrutar de su agenda musical, es posible realizar visitas guiadas por el edificio.
Siguiendo nuestro recorrido en dirección Este llegamos hasta el casco antiguo y medieval de Viena, en donde se ubica la catedral de la ciudad.
Su construcción se comenzó a mediados del siglo XIII y destaca su colorido tejado, con geométricos dibujos, y la puntiaguda torre sur (Steffl) con sus más de 130 metros de altura.
Además de su interior, es posible visitar las torres y las catacumbas pero, como siempre, previo pago de la oportuna entrada.
Se ubica en el centro de la peatonal Plaza de Stephansplazt, de la que parten varias calles comerciales. Justo frente a la entrada de la catedral se encuentra el edificio de una popular, y conocida internacionalmente, marca de textil española.
En esta parte de la ciudad, con edificios que tapan la entrada del sol en las calles, se nota bien el frío. La sombra no ayuda a mantener el calor en invierno.
Se trata de un complejo formado por dos palacios, Unteres Belvedere y Oberes Belvedere, y sus extensos jardines, que formaron parte en su día la residencia de verano de Eugenio de Saboya (1663-1736), pero que en la actualidad albergan importantes museos.
Ver los palacios con la gran fuente que hay frente a la entrada totalmente congelada y los jardines nevados es un espectáculo en sí.
En Oberes Belvedere se encuentra expuesto uno de los cuadros más famosos y reconocidos a nivel mundial, por entendidos y no entendidos del arte de la pintura. Se trata de “El Beso” de Gustav Klimt.
Forma parte de la colección de la Galería Austriaca (Österreichische Galerie) junto a otro gran número de obras del autor, como “La Novia” o “Judith con la cabeza de Holofernes”, y otras muchas de importantes artistas austriacos.
Poder detenerse frente a El Beso y deleitarse con los detalles de Klimt bien valen los 11 € que cuesta la entrada a la exposición. Pero pasear por los jardines nevados, como siempre, es gratis.
Para llegar hasta Belvedere hay que andar un poco, ya que está alejado del centro, concretamente al sureste de Karlplazt.
Sin duda ver el río Danubio en invierno es toda una experiencia. Se trata del segundo río más largo de Europa y a su paso por Viena, en invierno, sus aguas se congelan dando lugar a una fría lámina de hielo que impresiona ver en directo.
A pesar del frío que pueda hacer, y mira que nos hizo frío el día que fuimos a pasear por sus orillas, merece la pena ver la estampa invernal que ofrece.
Hay paseos fluviales en ambas orillas del río que permiten hacer un recorrido a lo largo del cauce y poder disfrutar del espectáculo. Barcos rodeados por el gélido hielo, patos y cisnes andando sobre la superficie helada del río o riberas tapadas por la blanca nieve dan lugar a bonitas postales invernales.
Al encontrarse alejado del centro histórico (al Este), y teniendo en cuenta el frío, es recomendable llegar hasta el río en transporte público.
Se puede ir en metro hasta la parada de Vorgartenstrasse (Línea U1) y desde ahí andar hacia Mexicoplazt, plaza en donde se encuentra la llamativa iglesia de San Francisco de Asís, junto al Danubio.
Cruzando a la otra orilla se accede a las Islas del Danubio, en las que se pueden visitar el Parque de Atracciones de Viena (Plater), un complejo de restaurantes, bares y discotecas, la Ciudad de las Naciones Unidas (ONU) y varias instalaciones deportivas.
Se trata de un singular edificio de 50 viviendas, diseñado en 1985 por el arquitecto austriaco Friedensreich Hundertwasser.
La fachada del edificio está diseñada y decorada de forma llamativa, fragmentando su aspecto a través de colores, patrones y molduras que evitan las aristas.
El edificio no es visitable, pero merece la pena acercarse hasta la esquina de Kegelgasse con Löwengasse para echarle un vistazo.
La obra de este llamativo arquitecto también se puede conocer en el museo que tiene dedicado en KunstHaus (Untere Weissgerberstrasse 13). La fachada de azulejos del museo tampoco tiene desperdicio.
Ambos edificios están algo alejados del centro, por lo que es aconsejable acercarse en transporte público para evitar el frío. Aunque nosotros nos acercamos andando y pudimos conocer la Viena cotidiana callejeando hasta allí.
La parada de metro más cercana es Landstrasse – Wien Mitte (Líneas U3 y U4), desde la que hay unos 15 minutos andando, en dirección Este (hacia el río), hasta la Casa Hundertwasser. El museo KunstHaus está a otros 10 minutos al norte de la casa.
La otra alternativa es ir en tranvía hasta Radetzkyplatz (Línea 1), que está a unos 5 minutos del museo, y luego ir hasta la casa caminando por Untere Weissgerberstrasse.
Para ir de compras en Viena la zona más recomendable son los alrededores de la Catedral de San Esteban. Todas las grandes marcas, tiendas de recuerdos y comercios tradicionales se pueden encontrar en el centro histórico.
Muchas de las zonas comerciales del centro son peatonales, por lo que se puede pasear con tranquilidad disfrutando del patrimonio arquitectónico del centro mientras se va de tiendas. Pero, como decíamos con anterioridad, la sombra y el frío aconsejan parar de vez en cuando a tomar algo caliente para apaciguar los efectos del frío.
Mención especial merece la calle Graben, en donde se ubica uno de los monumentos barrocos más icónico de la ciudad. El Memorial a la Peste (Pestsäule), levantado en 1693 en memoria de las víctimas de la epidemia de peste que asoló la ciudad unos años antes.
El casco histórico, en torno a la catedral, también es una buena zona para encontrar restaurantes, bares y cafés en los que tomar algo. Al igual que los pequeños locales del mercado Naschmarkt, que ofrecen una buena alternativa cerca del centro para probar productos típicos y frescos.
Pero a nosotros nos gustó mucho, por el concepto y el precio, el restaurante Vapiano (Theobaldgasse 19). A pesar de pertenecer a una cadena internacional de restaurantes y no ofrecer exactamente la típica comida austriaca.
Por otro lado también recomendamos un restaurante-bar muy de moda en la ciudad, llamado Manolos (Volksgartenstraße 1), también para comer o tomar algo a última hora.
Se trata de un local con música latina que se llena de gente para tomar una copa. Los camareros hablan español, así que se hace más fácil pedir lo que se desee.
Finalmente no nos queremos olvidar de la plaza del ayuntamiento (Rathausplatz) y los kioscos en torno al complejo lúdico de patinaje sobre hielo que se abre en invierno en dicha plaza.
Un buen lugar para tomar algo rápido mientras se patina o simplemente se observa como otros disfrutan de este típico deporte de invierno. La instalación de patinaje es espectacular, al igual que el nivel de los patinadores austriacos que la disfrutan.
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