En la costa norte de Vietnam, exactamente en el Golfo de Tonkin, encontramos uno de los parajes naturales más impresionantes del planeta. Un conjunto de cerca de dos mil islas e islotes de piedra caliza e imponentes formas que emergen sobre las aguas del Mar de China a lo largo de la conocida como Bahía de Ha Long (o Halong).
Una de las diversas leyendas sobre el origen de este increíble lugar dice que fue creado por la acción de un dragón que, con su poder divino, hizo surgir las numerosas ínsulas que conforman la bahía con el fin de poder defender la antigua costa vietnamita de los invasores que atacaban en barco desde el mar. Argumento que justificaría el nombre de la bahía, que se traduce como Bahía del Dragón Descendente.
Sea como fuere, debido a su singularidad y belleza celestial o terrenal, la Bahía de Ha Long ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO e incluida dentro de la lista de las Siete Maravillas Naturales del Mundo.
No es para menos ya que, sin duda, es uno de los parajes naturales que más nos ha impresionado de entre todos los lugares a los que hemos tenido la suerte de poder viajar hasta la fecha y, por ello, lo incluimos como uno de los destinos imprescindibles a no perderse durante un viaje a Vietnam o al Sudeste Asiático.
Como parte de nuestra ruta por el Sudeste Asiático, que incluyó también un recorrido por Tailandia, Laos y Camboya, viajamos hasta Vietnam para poder visitar esta espectacular Bahía del Golfo de Tonkin.
Para ello volamos desde Bangkok hasta la capital vietnamita, Hanói. Pero para entrar en el país previamente (antes de viajar) tuvimos que adquirir el pertinente visado, al módico precio de 60 €, que nos autorizaba a viajar por el país.
En Hanói, que se encuentra a unos 160 kilómetros al noroeste de la ciudad de Ha Long, es posible contratar el viaje a la bahía a través de las numerosas agencias de viajes que existen en la ciudad. Si bien, muchos hoteles también ofrecen la posibilidad de contratar paquetes de viaje para poder conocer la Bahía de Ha Long.
Nosotros contratamos desde el hotel en el que nos alojamos en Hanói un paquete de tres días y dos noches por la bahía que incluía:
– Desplazamiento en minibús Hanói – Ha Long – Hanói.
– Pensión completa
– Crucero en barco de 2 noches por la bahía.
– Visitas y actividades complementarias.
El precio del paquete lo negociamos, ya que éramos un grupo numeroso de personas. Así que, si tenéis buena capacidad para el regateo y la negociación, es posible ahorrarse unos dólares (moneda con la que pagamos) a la hora de contratar el viaje.
Una vez llegamos al puerto de Ha Long, antes de subir al barco con el que navegaríamos por la bahía, vimos que también era posible contratar el viaje en el mismo puerto. Quizás esta opción sale un poco más barata que adquiriendo todo desde Hanói, pero seguro que requiere disponer de más tiempo para poder desplazarte por tu cuenta hasta el puerto de Ha Long. Es decir, al final, como siempre pasa en los viajes, es una cuestión de tiempo versus dinero.
Para conocer esta maravilla natural la mejor opción es navegar entre sus islas e islotes en las embarcaciones típicas de la zona, que mantienen la esencia de los barcos de la antigua Indochina que en otra época surcaban las tranquilas aguas de esta parte del Mar de China.
Se trata de pequeños barcos de madera que exteriormente mantienen la estampa de las naves de la antigua Indochina, pero cuyo interior se ha adaptado a las necesidades de todo tipo de viajeros.
Aunque los barcos disponen de motores de combustible para navegar a la velocidad que exigen los tiempos modernos, la mayoría de ellos aún mantienen las típicas velas de tela anaranjada con forma de aleta que permiten la alternativa de poder surcar las aguas de la Bahía de Ha Long de forma silenciosa e idílica. Que al final es lo que todos los viajeros buscamos.
Durante la travesía en barco se pueden divisar y visitar algunas de las cerca de 700 islas que componen la parte central de la bahía.
Muchas de estas islas no están habitadas y en ellas se puede disfrutar de paisajes de vegetación natural que poco o nada han cambiado con el paso de los años. Es, simplemente, un ecosistema único con una gran biodiversidad.
También es posible contemplar los asentamientos flotantes de pescadores que han decidido vivir lejos de la costa, sobre sencillas construcciones flotantes, y que han hecho del mar su hogar. Sus habitantes se desplazan por la bahía en pequeñas y frágiles barcas, que en ocasiones se aproximan a los barcos turísticos para intentar ganar algo de dinero vendiendo lo que pueden a sus ocupantes.
Algo que también llama mucho la atención es ver como las mujeres de la zona, curiosamente, procuran evitar los rayos del sol en la misma proporción que los extranjeros intentamos disfrutar de ellos todo lo que podemos. Seguramente, desde el punto de vista cultural, el moreno no es lo que se lleva entre las mujeres locales y por eso utilizan pañuelos que cubren su cara y guantes que protegen sus manos de los rayos solares. Es indiferente el calor que pueda hacer, siempre las veréis totalmente tapadas.
Según se aproxima el final del día todos los barcos que surcan la bahía procuran agruparse y fondear en la misma zona, al objeto de protegerse unos a otros de posibles piratas y ladrones.
Echado el ancla llega uno de los momentos que más se disfrutan durante la visita a Ha Long, el momento de poder saltar al agua a nadar y pegarse un chapuzón. En un lugar como éste, subir a la parte más alta del barco y saltar al agua (con cuidado) es algo que no tiene precio y que permanecerá en memoria de todo viajero siempre.
Dependiendo de la época y de la zona, el agua puede pasar de ser un “caldo verdoso” (por las altas temperaturas que favorecen la proliferación de algas) a totalmente cristalina y refrescante. Pero, con indiferencia del tipo de agua, lo que está claro es que nadar en este enclave es todo un espectáculo. Que se convierte en una pequeña aventura cuando luego alguien, de la tripulación del barco en nuestro caso, te cuenta que por la zona merodea el tiburón toro (cosa que no nos atrevemos ni a confirmar ni a desmentir).
Para finalizar una larga jornada, después de cenar y antes de retirarse a dormir, subir al techo del barco y tomarse unas cervezas (la bebida no suele estar incluída en el pack del viaje y debe pagarse a parte) contemplando la bella estampa de todos los barcos fondeando juntos con las luces encendidas al anochecer tampoco tiene precio.
Todo esto sin olvidarnos del espectáculo que ofrece el ver amanecer mientras se navega por las aguas del Mar de China con las primeras luces del día.
Normalmente todos los paquetes de viaje a la Bahía de Ha Long suelen incluir la posibilidad de hacer kayaking por sus aguas.
Toda una experiencia que permite llegar hasta algunos lugares de poca profundidad a los que no es posible llegar con el barco. En nuestro caso nos pudimos acercar a la base de algunos islotes y a las casas flotantes de algunos de los pescadores de la zona.
Las aguas en la bahía son bastante tranquilas, por lo que navegar en el kayak no tiene ninguna dificultad. Eso sí, si no se está acostumbrado a hacer ejercicio de brazos, al día siguiente es posible que aparezcan unas buenas agujetas.
Otra de las grandes atracciones de la Bahía son sus cuevas. El paisaje kárstico de la zona ha favorecido la formación de impresionantes cuevas en algunas de sus islas, que en algunos casos son visitables.
Por eso, otra de las actividades que suele contratarse con los viajes a la Bahía suele ser la visita a una de sus cuevas más espectaculares, la cueva de Sung Sot.
Esta cueva fue descubierta a principios del siglo XX y se caracteriza por sus grandes galerías naturales, que disponen de senderos perfectamente acondicionados. Por ello su visita es apta para todos los públicos.
Su única dificultad radica en las escaleras que es necesario ascender para alcanzar la entrada a la cueva, ya que se encuentra algo elevada sobre el nivel del mar. Pero esto a su vez tiene también su parte buena a la hora de abandonar la gruta, porque su situación elevada ofrece grandes vistas sobre la bahía desde la escalera de salida que desciende hasta el embarcadero de la isla.
En definitiva, motivos que justifiquen el viaje hasta este rincón del planeta para conocer una de las siete maravillas naturales del mundo no faltan, ¿verdad?. Así que os recomendamos encarecidamente que, si tenéis la oportunidad, viajéis hasta la Bahía de Ha Long a gastar suelas. ¡No os defraudará!
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