En la mitología romana Vulcano era el dios del fuego y de los volcanes, una divinidad que en la conocida Fragua de Vulcano forjaba el hierro para crear armas y armaduras destinadas a dioses y héroes.
Dicha fragua los romanos la ubicaron en las profundidades de la isla de Sicilia pero, teniendo en cuenta la espectacular herencia volcánica de algunas islas españolas, a Vulcano seguro que no le habría importado tampoco desempeñar sus labores divinas desde las profundidades del archipiélago canario y, más concretamente, desde la Isla de Lanzarote.
Lanzarote es una de las siete islas principales que componen el archipiélago canario y, posiblemente, también es una de las más impactantes gracias a esa herencia volcánica antes indicada.
El poder de la naturaleza se ha manifestado de forma superlativa por su territorio, dando lugar a increíbles paisajes de singular belleza que tienen la capacidad de no dejar indiferente a nadie.
Por este patrimonio geológico se la conoce como la Isla de los Volcanes, ya que se pueden contar por docenas dichos volcanes a lo largo de sus más de 845 km2 de superficie, y ese vulcanismo es el culpable de los llamativos paisajes que hoy podemos contemplar en Lanzarote.
Estampas que parecen sacadas de otro planeta y que en pocos sitios del mundo se pueden ver con tanta facilidad y desde tan cerca como en las Islas Canarias.
El espectáculo natural de parajes volcánicos con llamativos colores es tal que, en su reconocimiento y para su protección, Lanzarote acoge uno de los 15 Parques Nacionales de España y ha sido catalogada como Reserva de la Biosfera. Quedando claro que el turismo de naturaleza es uno de los grandes atractivos de la isla.
Algunos de estos espacios naturales fueron aprovechados por un artista local visionario, Cesar Manrique (1919-1992), para crear ambientes en los que se combina el arte con los valores medioambientales de la naturaleza.
Este polifacético creador es sin duda el personaje local más ilustre y sus obras, repartidas por varios puntos de Lanzarote, son otro de los grandes atractivos de la isla.
Si al patrimonio natural de Lanzarote unimos la obra de Manrique, buenas playas, una interesante arquitectura tradicional, muy buena gastronomía local, un clima estupendo, interesantes costumbres y el carácter afable de los lanzaroteños, tenemos un conjunto de elementos que hace más que recomendable viajar hasta esta parte de las canarias para disfrutar de sus encantos.
Es sin lugar a dudas un lugar que merece la pena ser descubierto con el sosiego y la calma que transmiten los isleños.
Aunque en nuestro caso no fue posible y nos vimos en la necesidad de plantear una escapada relámpago de dos días de visitas, uno para la parte norte y otro para la parte sur de la isla.
Por su tamaño es más que posible visitar los principales puntos de interés en poco tiempo y el resultado fue una interesante, y bien aprovechada, ruta turística que nos dejó una magnífica impresión y nos incentivó a querer volver a territorio canario en un corto plazo.
Pero eso sí, la próxima vez confiamos en poder tener más tiempo disponible para ver todo con la calma y el detenimiento que se merece.
Tras nuestra experiencia isleña, estos son los imprescindibles que pudimos visitar durante nuestra escapada y consideramos que conforman una interesante propuesta para saber qué ver y hace en Lanzarote (Canarias) en 2 días.
Fue nuestra única parada en la capital de la isla, Arrecife. Se trata de una pequeña fortaleza militar del siglo XVIII, situada a las afueras, que en la antigüedad sirvió para defenderse de los ataques piratas y desde 1975 es sede del Museo de Arte Contemporáneo MIAC.
En su parte posterior acoge un cuidado jardín y una cafetería con buenas vistas al mar y a la obra del artista inglés Jason de Caires Taylor, llamada «The Rising Tide«, compuesta por cuatro jinetes a tamaño natural que campan sobre sus caballos dentro del mar, en la Bahía de Naos, junto a la fortaleza.
Hay que reconocer que la obra, aunque en apariencia parece muy simple, es muy llamativa.
La visita al museo requiere el pago de entrada de acceso.
Su nombre ya indica de qué se trata, pero no por ello la sorpresa al visitarlo es menor. Fue la última creación del prolífico César Manrique, al que se le ocurrió construir al norte de la localidad de Guatiza un enorme jardín dedicado a esta singular planta espinosa.
En el jardín hay plantados más de 7000 ejemplares de cactus procedentes de diversas partes del mundo.
Algunos ejemplares son especialmente llamativos y raros de ver, haciendo la visita muy entretenida.
Un antiguo molino corona el jardín y ofrece buenas vistas sobre este original jardín botánico.
Al igual que el restaurante cafetería que hay en el interior del recinto, en el que su hamburguesa de cactus es la estrella. Aunque a nosotros nos conquistaron sus papas con mojo picón rojo y verde.
Para visitar el Jardín de Cactus también hay que pagar entrada.
Aprovechando el tramo final próximo a la costa del tubo volcánico de más de 7 kilómetros que comunica el antiguo volcán Corona con el mar, César Manrique creó un espacio artístico único en armonía con la formación geológica que ocupa. Seña de identidad del artista canario.
Los jameos son hundimientos del techo del tubo volcánico y Manrique los aprovechó en los años 60 para crear diferentes espacios en el interior de la gruta subterránea.
En el interior se puede ver un lago natural de aguas limpias, habitado por una minúscula especie de cangrejo ciego y blanco (Munidopsis polymorpha) que es el emblema del lugar.
Para su protección se ha prohibido el arrojar monedas al interior del lago ya que, lejos de dar buena suerte, que sepamos, contribuyen a contaminar el agua e intoxicar a las especies que en ella habitan.
El lugar también acoge un auditorio, bar-restaurante, jardines exóticos, una llamativa piscina artificial y un antiguo museo llamado la “Casa de los Volcanes”, en donde se explica el origen de las islas y se expone la tecnología con la que se ha ido estudiando y controlando la actividad volcánica de Lanzarote.
El acceso a los Jameos del Agua requiere el pago previo de una entrada.
Situada en el municipio de Haría y dentro de lo que se conoce como el Monumento Natural del Malpaís de La Corona, se trata de un tramo visitable del mismo tubo volcánico en el que se encuentran los Jameos.
Aunque en un tramo previo más cercano al volcán La Corona que fue el causante de su formación.
Jesús Soto, mano derecha de César Manrique, fue el encargado de acondicionar con una cuidada iluminación y un camino adaptado algo más de 1 kilómetro de dicho tubo geológico para facilitar su visita.
El interior se visita en grupos guiados de unas 50 personas, realizando un recorrido subterráneo de unos 45 minutos por la llamativa formación volcánica de más de 3000 años de antigüedad.
La visita finaliza en una sorpresa que los guías se esmeran en proteger para solo ser descubierta durante la visita.
Así que, manteniendo la intriga, no os vamos a adelantar en qué consiste pero si os podemos decir que sí que os sorprenderá.
Para entrar a la cueva hay que pagar entrada, como era de esperar.
Al norte de Lanzarote se encuentra el Archipiélago Chinijo y desde este elevado mirador, perfectamente integrado en el entorno y con excepcionales vistas, se puede contemplar.
Las islas de La Graciosa y Montaña Clara forman parte de dicho archipiélago y desde los balcones del mirador se pueden divisar con facilidad.
El desnivel hasta el mar impresiona y hace a uno sentirse frágil e insignificante ante la pronunciada orografía del lugar.
Para nosotros esto fue lo más cerca de La Graciosa que logramos estar. Pero si alguien tiene interés en llegar hasta ella, desde la cercana localidad pesquera de Órzola salen barcos con frecuencia.
Si no se quiere pagar la pertinente entrada de acceso al mirador, desde los alrededores se pueden tener unas vistas similares (aunque no tan sorprendentes) sobre la costa y las vecinas islas.
Regresando hacia el interior de la isla por las serpenteantes y estrechas carreteras que recorren la parte norte, y que ofrecen buenas vistas, nos acercamos a la localidad de Haría para tener una panorámica del valle salpicado de palmeras en el que se enclava.
La realidad es que no nos pareció que hubiera tantas palmeras, pero las vistas son interesantes.
Se puede contemplar como la arquitectura local de Haría, de casas blancas con ventanas y puertas verdes, característica de todo Lanzarote, resalta sobre un valle en el que las palmeras ponen un toque exótico al lugar.
Si se tiene tiempo, e interés, en Haría se encuentra la Casa Museo de César Manrique.
Bajo nuestro punto de vista, es uno de los pueblos más bonitos de la isla.
Situado en el interior, algo más al sur que Haría, fue la capital de la isla antes que Arrecife y su pasado noble y señorial le ha valido el ser declarada Conjunto Arquitectónico Histórico-Artístico.
Entre sus calles estrechas y empedradas se pueden ver buenos ejemplos de la arquitectura tradicional, de casas blancas con ventanas y puertas de madera en color verde.
Dicen que los domingos hay un popular mercadillo, repartido por su plaza y las callejuelas aledañas, en el que se puede comprar buena artesanía regateando.
Sin embargo es algo que no pudimos confirmar durante nuestra visita relámpago a esta villa, que no nos dejó tiempo ni para hacer fotos.
Lo que si pudimos ver es que la localidad está bien servida de bares y tascas, observándose un buen ambiente en sus alrededores.
Fue sin duda el plato fuerte de nuestro paso por Lanzarote. Ya solo la carretera de acceso hasta el parque impresiona por el manto de lava petrificada que se extiende a ambos lados, dando lugar a un paraje inhóspito que muestra el asombroso poder de la naturaleza.
Lo que hoy se puede ver en Timanfaya es el resultado de las erupciones volcánicas que tuvieron lugar en 1730, 1736 y 1824 respectivamente.
Desde el centro de visitantes de Montañas del Fuego, situado en el conocido como Islote de Hilario, salen autobuses que recorren el interior del parque (única forma de hacerlo).
Durante la excursión van haciendo paradas en puntos clave para entender y conocer la magnitud del fenómeno volcánico causante de la desértica estampa de colores rojizos, anaranjados, marrones y blancos que hoy se puede contemplar.
En su tiempo aquello fue un auténtico infierno de lava incandescente, cenizas volcánicas y gases irrespirables, que surgieron de las diferentes calderas volcánicas que aparecieron en la superficie y durante años atemorizaron a la población local.
Hoy sobre la lava y cenizas solidificadas la vida se abre paso a duras penas y pocos seres vivos son capaces de soportar las exigentes condiciones extremas de este paraje desértico.
En el lugar hay, como no podía ser de otra forma, un bar-restaurante con vistas.
Lo curioso de este establecimiento es que la carne que ofrece en su carta se cocina en una barbacoa al calor volcánico natural que desprende un pozo de 6 metros de profundidad, perforado en el interior de la montaña sobre la que se asienta.
Para demostrar la actividad volcánica del interior de las Montañas del Fuego, el personal del parque vierte con cierta frecuencia agua en el interior de los sondeos perforados junto a los ventanales del restaurante.
Estos sondeos tienen unos 10 metros de profundidad y generan sonoros chorros de vapor a presión a los pocos segundos de introducirse el agua en su interior, sorprendiendo a todos los curiosos que a su alrededor se congregan.
Unos metros más abajo los mismos operarios encienden arbustos secos en el interior de un agujero excavado en la superficie de la misma montaña, un antiguo volcán que no llegó a entrar en erupción, aprovechando el mismo poder calorífico de su interior.
Es un ejercicio muy sencillo y gráfico para explicar qué es un volcán.
La visita a Timanfaya se puede completar acercándose al Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca, situado a las afueras del parque, o haciendo el mítico recorrido en camello.
El Echadero de Camellos, desde donde salen las excursiones a lomos de estos simpáticos animales, se encuentra a la entrada del parque y se ve perfectamente desde la carretera.
Nosotros obviamos esta actividad, por el calor y porque no nos pareció que pudiera aportarnos nada nuevo.
El acceso a las Montañas del Fuego también requiere el pago de la pertinente entrada.
Desde la localidad de El Golfo sale un corto camino junto a la costa, que lleva a un mirador sobre este lago verde formado en el interior de un antiguo cráter a nivel del mar.
La singularidad del lugar radica en el contraste de colores de los elementos que lo componen. Tonos rojizos, verdes, azules, marrones y negros se abrazan para dar lugar a una estampa única.
Su visita, a diferencia de los puntos anteriores, es gratuita.
Un rincón de singular belleza en la costa suroeste de la isla, muy cerca del anterior.
En este punto la lava incandescente de las erupciones de hace pocos siglos se enfrió de forma brusca al entrar en contacto con el agua del mar, dando lugar a un laberíntico paisaje de recovecos, cuevas submarinas y angulosos acantilados.
Formaciones caprichosas que con el paso del tiempo se han ido puliendo y moldeando por el efecto erosivo del bravo oleaje.
El lugar ha sido adaptado con pequeños miradores y caminos que facilitan el adentrarse en esta obra natural, para disfrutar del espectáculo que crea el mar al penetrar con fuerza en el interior de la roca volcánica. Como si el agua hirviese y, de ahí, su nombre.
Para satisfacción completa hay que decir que el acceso también es gratuito.
Fueron construidas a finales del siglo XIX y su singularidad radica en que, como no podía ser de otra forma, utiliza una laguna de agua de mar formada durante las erupciones volcánicas de Timanfaya.
Se encuentran en la misma carretera que las dos anteriores paradas, y muy próxima a ellas, desde la que hay varios miradores que permiten contemplar esta ingeniosa y ecológica forma de extraer la sal del mar.
Estamos en una isla, así que las posibilidades de que tenga buenas playas son altas ¿Verdad? Pues Lanzarote las tiene y, de entre todas ellas nos decantamos por visitar ésta.
Situada en el extremo sur, dicen que es una de las mejores de Lanzarote. Se trata de una pequeña cala de arena fina, aguas, cristalinas y fresquitas que está protegida por dos cortados de roca.
No podemos compararla con el resto de playas, puesto que es la única que visitamos, pero podemos confirmar que se trata de una buena playa.
Para llegar hasta ella, y las cercanas playas del Pozo y Puerto Muelas, hay que ir en coche por caminos de tierra hasta las zonas de aparcamiento acondicionadas.
Es imprescindible llegar allí en coche ya que no hay nada en sus alrededores, salvo un chiringuito sobre Papagayo que aprovecha bien su privilegiada ubicación.
Es un bullicioso centro turístico y uno de los puntos más urbanizados de Lanzarote. Es decir, justo lo contrario que la parada anterior de Papagayo y de lo que se puede ver en el norte de la isla.
Aquí todo está pensado por y para el turismo. Hoteles, tiendas, bares y restaurantes se reparten cada palmo del paseo marítimo junto a la playa y el puerto.
Centenares de turistas, la mayoría extranjeros, recorren dicho paseo arriba y abajo esquivando a los relaciones públicas que se esmeran por atraer clientela hacia sus locales.
Es curioso ver como muchos de los restaurantes son asiáticos y los bares irlandeses, así que poco queda ya de la que posiblemente fue en su tiempo una tranquila villa de pescadores.
No fue nuestro sitio favorito de la isla, pero echamos un rato agradable visitándolo.
Gastando suelas por su paseo marítimo, haciendo fotos a la costa y a los cientos de candados que, surgidos del amor, se abrazan a las cadenas que hacen de barandilla en el lugar, y tomando una cervecita fresquita con vistas a la playa.
Vamos, que nos dejamos llevar por el turista que todos llevamos dentro.
Regresando hacia el interior ínsular es obligado hacer una parada en esta zona de importante interés paisajístico, surgido de la ingeniosa forma de extraer lo mejor de la tierra en forma de vid.
Porque Lanzarote también es tierra de vinos y la curiosa forma de cultivar su uva estrella, la malvasía, consigue una estampa única.
Las vides se cultivan dentro de someros hoyos, excavados en el suelo de cenizas volcánicas, que se protegen del viento mediante pequeños muros semicirculares de piedra.
Una curiosa e ingeniosa forma de agricultura que inunda todo el territorio agrícola de esta parte de la isla.
Es posible degustar y comprar el vino blanco local en las bodegas de la zona como, por ejemplo, las Bodegas El Grifo. Que es una de las más antiguas y populares.
Fue nuestro último contacto con la obra de César Manrique en Lanzarote.
Situados ambos lugares contiguos, en el centro geográfico de la isla, su visita permite introducirse en una experiencia etnográfica. Que permite conocer los vínculos de los lanzaroteños con los trabajos tradicionales y elementos esenciales de su folclore.
El Monumento de la Fertilidad, con sus 15 metros de altura, es lo primero que se ve y más destaca.
Se trata de una obra escultórica de grandes dimensiones, realizada con antiguos depósitos de agua reutilizados de barcos, que representa a un campesino y su animal de carga.
La Casa Museo del Campesino se ubica en una antigua casa de campo restaurada que, además de preservar la arquitectura tradicional, está dedicada a mostrar en sus diferentes estancias elementos tradicionales de cultura y el pasado lanzaroteño.
El acceso es gratuito y, una vez más, dispone de un bar restaurante para tomar algo.
Llegados a este punto ya solo nos quedó felicitarnos por haber conseguido ver todo lo que teníamos en mente en tan poco tiempo.
Hemos de decir que el orden indicado no es exactamente el que nosotros seguimos durante la visita. Pero si es el que, una vez visitado todo, nos parece el más lógico para optimizar el recorrido.
Si bien la ubicación del alojamiento, los gustos, el tiempo que se dedique a cada parada o los horarios de acceso disponibles en los lugares que requieren entrada, que cambian según la época, pueden aconsejar cambiar el orden de las paradas.
Dicho esto, como resumen de nuestra experiencia, podemos concluir que los paisajes lanzaroteños nos han conquistado, la gastronomía la hemos disfrutado y los isleños nos han parecido gente estupenda.
Lanzarote ha encontrado en el turismo su principal fuente de riqueza, por lo que el negocio de los isleños lo tienen muy bien estudiado y todo son facilidades para que la estancia de las miles de personas que la visitan cada año sea lo más placentera posible.
Así que en este artículo tenéis unas cuantas ideas de por dónde empezar a plantear vuestro asalto turístico a la isla volcánica de Lanzarote.
Luego ya es cosa de cada uno introducir las variaciones que considere oportunas, si así lo estima, y disfrutar de la isla a su gusto. Pero estamos seguros de que, busquéis lo que busquéis, Lanzarote no os defraudará.
¡Ah! Para completar la información sobre la isla, nos os perdáis nuestro artículo sobre «Consejos y Recomendaciones para un viaje a Lanzarote». En él podréis encontrar buena ideas para comer, alojarse, moverse por la isla e incluso ahorrar unos euros durante vuestro viaje
…Y ahora que ya sabes qué ver y hacer en Lanzarote (Canarias) en 2 días…¡Buen viaje y a disfrutar! 😉
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