Bienvenidos a Dubái, la mega urbe surgida del desierto que está más cerca de tocar el cielo que ninguna otra ciudad del mundo. Un lugar en el que la tradición arábiga se entrelaza con la modernidad de una de las metrópolis más modernas del planeta. Es la capital del emirato homónimo, uno de los siete que conforman los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y posiblemente el más popular entre ellos.
Su cultura comercial de siglos y su petróleo han convertido a Dubái en una de las ciudades más ricas del mundo. Durante los últimos tiempos su crecimiento está siendo exponencial y se está transformando en una metrópoli de capricho que año a año va cambiando su perfil urbano sin escatimar en gastos. Hasta el punto de levantar rascacielos imposibles o crear islas artificiales a antojo en las aguas del Golfo Pérsico.
Muy lejos quedan ya las jaimas, las artes de pesca y las caravanas de dromedarios que en otro tiempo eran características de esta parte de la Península Arábiga. Ahora sobre la arena del desierto se levantan imponentes edificios, entre ellos el rascacielos más alto del mundo hasta la fecha, e infinidad de infraestructuras de transporte…¡Ah! y los dromedarios se han cambiado por los potentes caballos de centenares de vehículos de alta gama. Los Ferrari, Porsche, Lamborghini, Bentley y todoterreno, entre otros muchos coches de lujo, circulan por las calles como un utilitario más.
Una parte de Dubái aún vive alrededor del comercio tradicional que se puede ver en otros muchos países árabes, con sus zocos y enjambres de calles parapetadas de gran variedad de tiendas dispuestas a hacer todo tipo de transacciones al por menor. Pero, como capital financiera de los EAU, a Dubái también han llegado otro tipo negocios más globales y con ellos una diversidad cultural y una apertura al turismo internacional.
Conocer de primera mano este contraste entre lo tradicional y lo moderno fue uno de los motivos que nos llevó a descubrir Dubái más allá de su aeropuerto internacional, por el que ya habíamos pasado algún tiempo antes como punto de escala entre Europa y Sudáfrica.
Planteamos un viaje de 5 días en Dubái y, tras la experiencia vivida, podemos decir como conclusión que merece la pena conocer este Emirato, su ciudad principal y los emiratos vecinos. Siempre y cuando se tenga en cuenta que es un destino caro en general, muy alejado ya de su pasado más tradicional, en el que todo está magnificado y la cultura de la ostentación está muy presente. Pero, como aliciente ya mencionado con anterioridad, en contraposición también está el otro Dubái, el de los mercados ajetreados, el de mezcla surgida por los millares de inmigrantes llegados a la región, el de los paisajes desérticos infinitos, el de la arquitectura tradicional, el de los paseos en barcas típicas por sus canales de agua salada o el de su gastronomía popular.
Se puede decir que Dubái tiene un poco de todo y para todos los gustos. Además es un destino muy seguro, no se necesita a priori ningún tipo de vacunación específica y, hasta la fecha, no es necesario solicitar visado para viajar hasta allí.
Luego, a nivel de presupuesto de viaje, todo depende del bolsillo de cada uno. Pero hay la posibilidad de conocer Dubái por poco dinero y también por todo lo que uno esté dispuesto a gastar.
Tras nuestro paso por este singular destino de Oriente Medio, a continuación, proponemos más de una docena de cosas que ver y hacer en Dubái. Incluyendo recomendaciones y comentarios basados en nuestra experiencia de 5 días por los Emiratos Árabes.
Los zocos más interesantes de la ciudad se encuentran en el viejo Dubái, próximos al Dubái Creek (la ría de agua salada que cruza la ciudad) y, más concretamente, en las zonas de Deira y Bur Dubai.
Del lado de Deria (Este del Creek) encontramos 5 interesantes zocos a no perderse. Todos ellos están muy próximos, hasta el punto de poder pasar de uno a otro sin prácticamente darse cuenta. Pero cada uno de ellos tiene su particularidad:
– Zoco de Naif: Es uno de los más antiguos de la ciudad y muy frecuentado por sus habitantes, que en él buscan gangas entre sus tiendas de ropa (árabe principalmente), telas, electrónica o recuerdos. Se ubica entre Deria Street y Naif South St.
– Zoco Cubierto de Deira: También muy frecuentado por los locales, su negocio principal son los tejidos, la ropa y los utensilios domésticos. Se ubica entre Naif Road y la estación de autobuses de Sabkha.
– Zoco de la Especias: Uno de los más auténticos de la ciudad y popular entre los viajeros. Situado entre Baniyas Rd, Al-Sabkha Rd y Al-Abra St, su nombre ya delata lo que allí podemos encontrar. Aunque hay que decir que parece estar sufriendo un proceso de “turistificando” (si existe la palabra) en exceso, porque muchas de sus tiendas están ya muy enfocadas vender recuerdos. Pero aún es posible disfrutar de los aromas que dejan en el aire sus puestos de té y especias.
– Zoco del Oro: Es posiblemente uno de los puntos más turísticos de la ciudad. Aquí el dorado y las piedras preciosa inundan los escaparates en forma de pulseras, brazaletes, collares o colgantes que son pura ostentación. Dicen que es el mercado de oro más grande del mundo y, como prueba, una de sus joyerías expone un anillo incluido en el libro Guinness de los Récords como el más grande del mundo. Es posible regatear pero, aun así, lo precios que vimos no nos parecieron ninguna ganga. Se ubica junto a Sikkat al Khail St.
– Zoco de los Perfumes: Se encuentra a continuación del anterior y en él los perfumes y los aceites esenciales son los reyes. Muchas de sus tiendas ya se han modernizado, renovando sus escaparates con una imagen más actual. Pero aun quedan pequeñas tiendas con cierto encanto, repletas de frasquitos de esencias, en las que poder preparar un perfume al gusto del cliente.
Recomendamos especialmente perderse por los zocos de Deria al atardecer, momento en el que se convierten en un auténtico hervidero de gente, mayoritariamente local, que sale a hacer sus compras aprovechando que el calor baja, y acercarse al canal (Dubai Creek) para ver los barcos de mercancías que abastecen a muchos de los zocos de la ciudad. Así como para contemplar unas buenas vistas sobre la orilla opuesta, la de Bur Dubai.
En el lado de Bur Dubai, al oeste del Dubai Creek, hay otro zoco principal:
– Zoco de Bur Dubai: También muy transitado por los turistas. Aquí se pueden encontrar todo tipo de suvenires, pashminas, abayas, camisetas, productos de piel, telas, babuchas y un muy recomendable puesto de comida callejera donde probar unas ricas samosas (empanadillas triangulares típicas del sur de Asia) recién hechas. Se accede desde la 34th St, próximos al Creek.
Las Abras son barcazas tradicionales de madera con motor de gasoil que conectan ambos lados del Creek a modo de transporte público acuático. Hay un trasiego de decenas de ellas de un margen a otro todo el día y merece la pena deleitarse con el corto pero entretenido trayecto que realizan. Salen desde varias estaciones a ambos lados del Dubai Creek y el trayecto cuesta solo 1 Dirham EAU (unos 25 céntimos de euro). Simplemente hay que subirse en la que tenga hueco libre y esperar a que te cobren.
Como consejo recomendamos sentarse en el extremo opuesto al motor, en la proa, para evitar el humo y el ruido que genera.
Es el mercado que abastece a la ciudad y por ello una de las visitas obligadas, ya que muestra el Dubái más cotidiano. Hay una parte dedicada a la venta de fruta y verdura, pero la más interesante se encuentra en la lonja de pescado. Aquí decenas de personas preparan el pescado fresco que llega cada día para venderlo a los clientes. Se encuentra en Al Khaleej Road, justo en la desembocadura del Creek en su lado este. Así que se puede llegar fácil desde los zocos de Deria.
Son dos de los mejores lugares para conocer la antigua arquitectura local. Muchos de sus edificios se han rehabilitado casi por completo y con ello se ha borrado (en parte) la imagen de barrios antiguos. Pero una vez te adentras en sus construcciones se vuelve a recuperar esa imagen que uno espera de un barrio histórico.
Las torres de vientos (el “aire acondicionado” de la antigüedad en la zona), las estrechas callejuelas y lo tonos ocres de las fachadas son seña de identidad de estos barrios, en los que actualmente se asientan numerosas tiendas de artesanía, galerías de arte, centros culturares, museos y algún restaurante.
El Barrio histórico de Shindagha se encuentra al oeste de la desembocadura del Creek y en el momento de nuestra visita (enero 2017) había muchos edificios en reconstrucción y alguno que otro abandonado, pero seguramente no por mucho tiempo. Su situación a orillas del Creek y junto al mar le da un encanto especial. Todo pinta a que en el corto plazo esta parte de la ciudad se llenará de coquetos establecimientos para atraer a los turistas.
Hay varios edificios de interés que son buenos ejemplos de la arquitectura tradicional arábiga en Dubái, siendo posiblemente el mejor de todos la Casa del Jeque Saeed Al Maktour (siglo XIX). La madera, las puertas de herradura, su torre de vientos y sus tradicionales ventanas talladas son características de las antiguas construcciones árabes como ésta.
El punto de partida para adentrarse en el Barrio Histórico de Shindagha es la calle del mismo nombre (Al Shindagha Road), junto a la parada de metro de Al Ghubaiba.
En el Barrio de Shindagha también se encuentran Heritage Village y Diving Village, que muestran reconstrucciones del pasado cotidiano emiratí a través de escenas de antiguos oficios como la alfarería, la pesca, el comercio o el textil.
El Barrio Histórico de Al Fahidi tiene algo más de encanto, bajo nuestro punto de vista, por tener una mayor concentración de edificios tradicionales distribuidos a lo largo de un laberíntico entramado de callejuelas y galerías. Actualmente en él es posible encontrar numerosas tiendas de artesanía, galerías de arte y centros culturales. Además del museo de la ciudad.
Para llegar al Barrio Histórico de Al Fahidi simplemente hay que atravesar el Zoco de Bur Dubai, paralelos al Creek, en dirección a la Rotonda de Al Seef.
Es otra visita imprescindible, en este caso para ver y entender cómo surgió Dubái de un asentamiento de pescadores en el inhóspito desierto y ha llegado a convertirse en una de las ciudades más modernas del mundo, que además es referencia comercial, financiera y turística internacional.
El museo se encuentra en el distrito de Bur Dubai, en la antigua fortaleza de Al Fahidi que data de 1787, y en él se expone la historia de la ciudad a través de una colección de elementos antiguos y un entretenido recorrido subterráneo por diferentes escenas de la vida cotidiana, representadas a tamaño real, que muestran el patrimonio etnográfico, natural y cultural de los dubaitís.
La entrada cuesta 3 Dirham y el recorrido por el interior del museo puede llevar alrededor de 1 hora.
Aunque la mayoría de los dubaitís son musulmanes, con la llegada de inmigrantes de otros países, otras religiones y culturas también han tomado cierto protagonismo en la ciudad. Este es el caso de la comunidad hindú, que entorno a una estrecha y alargada calle del Bur Dubai (conocida como Hindi Lane) han abierto sus templos religiosos y tiendas de coloridas ofrendas para llevar al culto.
Las flores, las imágenes religiosas, el sándalo o los típicos bindis son aquí los protagonistas.
Se encuentra justo tras la Gran Mezquita de Dubái y sus templos (Shrinathji, Krishna y Shree Krishna) están abiertos al público. Simplemente hay que seguir las normas y horarios de acceso para poder entrar.
La religión y la cultura islámica están muy presentes en la zona, como por otro lado es esperable al tratarse de un país musulmán, y asociado a ello hay numerosas mezquitas repartidas por todo el emirato. Sus minaretes y cúpulas dan un bonito perfil a los tejados del viejo Dubái, pero su interior solo es apto para los musulmanes en la mayoría de los casos.
Desde el Creek se pueden contemplar los minaretes de 70 metros de altura y las caprichosas bóvedas de la Gran Mezquita de Dubái, situada en el lado de Bur Dubai. Se trata de un edificio de 1900 reconstruido en varias ocasiones, la última en 1998, con capacidad para 1.200 fieles. Se accede desde la calle Ali Bin Abi Taleb, pero solo está abierta a los musulmanes.
En las inmediaciones del Zoco de Bur Dubai es posible contemplar también una llamativa Mezquita de estilo iraní. El colorido azul cerámico de su fachada delata el estilo arquitectónico persa que la caracteriza. Se encuentra en la calle Ali Bin Abi Taleb, escondida en una plazuela de aparcamientos, y es la única de su estilo en los Emiratos. Parece ser que hay cuatro visitas semanales que permiten el acceso a los no musulmanes, pero nosotros no conseguimos entrar ni confirmar la existencia de dichas visitas durante nuestro viaje.
Así que, si no eres musulmán, la única opción para poder conocer el interior una mezquita en Dubái pasa por visitar la Mezquita de Jumeirah. Se encuentra en el área metropolitana de Dubái (Jumeirah Beach Road, Jumeria 1), y el acceso está permitido a través de visitas guiadas de 1 hora de duración. No os podemos decir como es por dentro porque nosotros nos reservamos para la “joya de la corona”, la Gran Mezquita Sheikh Zayed, del vecino emirato de Abu Dhabi.
Abu Dhabi es la ciudad más importante del emirato del mismo nombre y la capital política de los EAU. Por su cercanía a Dubái, unas 2 horas en coche, es posible realizar una escapada de un día para visitar sus principales puntos de interés.
Destaca como un lugar imprescindible a no perderse en Abu Dhabi la Gran Mezquita Sheikh Zayed. Una joya del patrimonio islámico mundial que impresiona a todo aquel que la visita, ya que está construida con todo lujo de detalles utilizando mármol blanco, oro, cerámica, piedras semipreciosas, infinidad de cristales de colores y alfombras interminables. Ya solo viendo sus lujosas e impresionantes lámparas uno entiende que no se ha escatimado en gastos.
Los trabajos de construcción de esta lujosa y faraónica obra se llevaron a cabo en 10 años, entre 1997 y 2007, y desde su finalización la visitan a diario centenares de personas. La entrada es gratuita, pero es imprescindible cumplir las tradicionales reglas de vestimenta de cualquier mezquita (descalzarse, cubrirse el pelo en el caso de las mujeres, llevar el cuerpo tapado y etc). Esto de la vestimenta es algo que llevan a rajatabla, especialmente con las mujeres.
Otros lugares de interés en Abu Dhabi es el Hotel Emirate Palace, uno de los más lujosos del mundo (se puede visitar sin reserva) y desde donde se pueden tener unas vistas privilegiadas sobre las modernas Torres Etihad.
La mejor forma para viajar de Dubái a Abu Dhabi es alquilando un taxi para todo el día. Así se puede garantizar el poder estar el tiempo que uno quiera en cada sitio y organizar una ruta al gusto de cada uno.
Nosotros negociamos con varios taxistas en Dubái y el mejor precio que conseguimos fueron 700 Dirham para todo el día y 4 personas (unos 44 € por pasajero).
Hay otras alternativas más económicas, como el transporte público en autobús o excursiones organizadas con más gente (se pueden contratar en los propios hoteles). Pero ya no ofrecen tanta flexibilidad de horarios y paradas como contratar los servicios de un taxi.
El conductor que contratamos nos autorizó a dar su número de móvil a otros posibles viajeros que quisieran contratar sus servicios. Así que, aquellos que estén interesados, nos pueden dejar un comentario en el blog con una dirección de correo electrónico y les haremos llegar información de contacto para comunicar por móvil.
Más información detallada sobre este lujoso destino en nuestro artículo «Viaje a Abu Dhabi (Emiratos Árabes): Qué ver y hacer en 1 o 2 días«.
Otro de los atractivos de los Emiratos Árabes son sus paisajes desérticos. Muchos viajeros optan por realizar la típica excursión al desierto para surcar sus dunas en 4×4, pero nosotros optamos por un plan algo distinto. Nos dirigimos hacia las Montañas de Jabel Jais para disfrutar de la cara montañosa del desierto arábigo.
Las Montañas de Jabel Jais se encuentran en la frontera entre Emiratos Árabes y Omán, a algo más de dos horas en coche al noreste de Dubái, y hay una interesante carretera de montaña que da acceso a diferentes miradores perfectamente acondicionados para disfrutar de fantásticas vistas. El lugar se ha convertido en destino muy frecuentado por los propios emiratís, incluso para realizar barbacoas familiares y pasar un agradable día al aire libre.
A la vuelta hicimos parada en la ciudad principal de otro de los siete emiratos, Ras Al-Kaimah, para comer en un estupendo restaurante indio (Moti Mahal) situado junto a la zona de canales y manglares de la ciudad. El restaurante fue una recomendación de nuestro amigo taxista, al que volvimos a contratar para otro día de excursión tras la buena experiencia que tuvimos con él en Abu Dhabi.
La excursión la finalizamos con una parada en una zona de dunas de arena situada en otro de los siete emiratos, el de Sharjah. Colinda al norte con Dubái y en la carretera de vuelta paramos en un negocio de alquiler de motos quad (Riyyadhat Al Sahra Motor Cycles Rental) para recorrer las dunas. Aunque finalmente optamos por gastar suelas por la arena en lugar de subirnos a una ruidosa moto.
En definitiva, hicimos un recorrido por libre algo diferente al que la mayoría de la gente hace al viajar a Dubái o Emiratos en general. Una excursión de un día que nos permitió conocer la cara montañosa y la cara de dunas de arena del desierto arábigo.
Situado en el Downtown de Dubái, este coloso arquitectónico se levanta hasta los 828 metros de altura para casi tocar el cielo desde sus miradores de las plantas 124 y 148.
Inaugurado en 2010, todos los números entorno al Burj Khalifa son colosales. Como ejemplos, 13.000 obreros participaron en su ejecución y el peso del cemento utilizado para su construcción equivale al peso de unos 100.000 elefantes aproximadamente.
Los precios de las entradas varían en función de la planta y los horarios, pero rondan entre los 125 Dirham (unos 32 €) de la más barata para subir a la planta 124 y los 500 Dirham (unos 126 €) para subir a la planta 148. Hay amplios horarios de acceso pero las entradas para la planta 124 se agotan rápido, por lo que conviene planificar la visita con suficiente antelación. La compra de entradas en taquilla y el acceso para la visita se encuentran en el centro comercial Dubai Mall.
Nosotros optamos por la entrada más económica, en el horario de las 8:30 de la mañana, que también da acceso a la planta 125, y ya nos pareció suficientemente alto para tener una buena panorámica de la ciudad. La experiencia nos impresionó, tanto o más que subir al Empire State Building de Nueva York, y podemos confirmar que se nota que el edificio se mueve ligeramente a esas alturas.
Las vistas sobre los alrededores son inmejorables, alcanzando a ver hasta las islas artificiales de La Palmera y Las Islas del Mundo.
A los pies del Burj Khalifa se encuentra la futurista Dubai Fountain, una super fuente en la que hasta trece veces al día (con una frecuencia horaria) tiene lugar un espectáculo de luces, chorros de agua y música. Curiosidades de la vida, a nosotros nos tocó verlo con la música de Enrique Iglesias en Español. Algo que nos confirmó que el fenómeno de la globalización no tiene límites, para bien o para mal ¿No?
Por la singularidad del lugar es interesante hacer una visita por el día, para disfrutar de las vistas, y otra nocturna, para disfrutar del efecto de las luces artificiales sobre esta mega construcción.
La fuente, como no podía ser de otra forma, es la más grande del mundo de sus características.
El distrito de la Marina de Dubái es otro de los claros ejemplos de que el dinero lo puede todo. Situado en el otro extremo de la ciudad, este distrito se extiende a lo largo de unos 3 kilómetros de canales artificiales construidos a orillas del Golfo Pérsico.
Decenas de rascacielos se levantan junto a estos canales de agua salada, que conducen a un puerto interior en el que es fácil ver atracadas numerosas embarcaciones de lujo.
Es una de las zonas más internacionales de Dubái, con numerosos hoteles y bloques de apartamentos ocupados por expatriados.
En esta parte de la ciudad también destaca la zona de playa (Marina Beach), una de las más frecuentadas por los que buscan tostarse al sol o darse un chapuzón en las cálidas aguas del Golfo Pérsico. Nosotros con tocar el agua con los dedos tuvimos suficiente, ya que preferimos emplear el tiempo en seguir descubriendo otras partes de la ciudad.
Para llegar la mejor opción es el transporte público, combinando el metro hasta Jumeirah Lakes Towers y luego el tranvía T1 que se adentra por la Marina.
“The Palm Jumeirah”, como se denomina en inglés, es otro ejemplo de obra faraónica llevada a cabo por el gobierno de Dubái.
Se trata de un conjunto de islas artificiales que conforman una palmera creada ganando terreno al mar junto a la costa de Jumeirah, frente a los distritos de Dubai Media City y Dubai Internet City.
Es la primera y la más pequeña de los tres archipiélagos con forma de palmera que se habían planificado construir. Representando todo un reto para la ingeniería, ya que se tuvieron que movilizar miles de toneladas de arena y estabilizar el terreno para construir sobre el mismo los centenares de residencias y negocios turísticos que hay en la actualidad.
La palmera tiene una longitud de unos 5 kilómetros y para acceder hay que utilizar el monorraíl que parte desde la estación situada Gataway Towers, en el continente, hasta Palm Atalantis Monorail Station (su última parada). La estación de Gataway Towers está “escondida” dentro de un edificio de aparcamientos, por lo que encontrarla puede ser un poco lioso.
El billete de ida y vuelta en monorraíl sale por 25 Dirham (unos 6,3 €).
La parada de transporte público más cercana es la de tranvía Jumeirah Palm (Tram Station).
Ya en la isla, en la zona conocida como Atlantis, en el extremo que más se adentra en agua, hay buenos paseos junto al mar para recorrer el exterior de la palmera, un parque acuático, un acuario, un centro comercial, numerosos restaurantes de comida internacional y el resort Atlantis con su lujoso hotel.
Como aliciente adicional indicar que el recorrido en monorraíl ofrece buenas vistas sobre las diferentes zonas residenciales de la palmera y la costa de Dubái.
Para los que quieran ahorrarse esta parte de la ciudad, o los que quieran completar la experiencia de la palmera con otras vistas, existe la posibilidad de ver este singular archipiélago artificial desde las alturas. Una buena opción para ello es el Dubai Marriot Harbour Hotel & Suites, situado en la costa de Dubai Marina (Al Saud St), que en su planta 52 tiene un restaurante-cafetería (The Observatory) con buenas vistas sobre La Palmera y La Marina. El acceso es gratuito, pero encontrar sitio para sentarse a tomar algo puede ser complicado a ciertas horas.
Ya lo adelantamos, no es barato, nada barato. Así que tomar algo en el Burj Al Arab no deja de ser un capricho caro para aquellos que, como nosotros, ni se plantean pagar los estratosféricos precios de sus habitaciones (6000 Dirham la más barata).
Situado en el área metropolitana de la ciudad, sobre su propia isla artificial, es el único hotel del mundo con la categoría de 7 estrellas y su diseño vanguardista de vela de barco se ha convertido en un emblema de la ciudad.
Como curiosidad decir que la obra no estuvo exenta de polémica, ya que el edificio visto desde el mar muestra una cruz gigante. Algo que chocó un poco al construirse en pleno territorio musulmán.
No es posible acceder al hotel sin tener una reserva previa en alguno de sus diferentes restaurantes o bares-cafetería. Tampoco se puede acceder si no se viste conforme al protocolo exigido (arreglado pero informal mínimo).
Nosotros nos liamos la manta a la cabeza y decidimos hacer una reserva para tomar un cóctel en su Gold On 27. Un bar-restaurante de diseño en la planta 27, decorado en oro y con buenas vistas sobre la costa dubaití.
En la garita de seguridad del propio hotel nos dieron el teléfono al que llamar y confirmamos la reserva con tiempo suficiente, para poder dar una vuelta antes por el interior de este refugio de famosos y acaudalados.
El interior del hotel sorprende, tanto o más como su diseño exterior, y desde que uno se adentra en el hall principal ya se comienza a respirar lujo por todas partes.
Si la pregunta que os hacéis es si merece la pena entrar al hotel Burj Al Arab Jumeriah, nuestra respuesta es que no es algo indispensable a hacer en Dubái. Como decíamos, no deja de ser un capricho y al final todo depende del presupuesto de viaje que cada uno tenga.
Para llegar en transporte público la mejor opción es el taxi, ya que no hay ninguna parada de metro realmente cerca. La que ofrece mejor combinación es Mall of Emirates Metro Station 5, pero desde ella aún hay un rato andando o en autobús (nº81) hasta el hotel.
Para ir de compras en Dubái, además de la opción más auténtica que representan sus tradicionales zocos y mercados populares, también existe una gran variedad de modernos centros comerciales. Auténticos paraísos para los amigos de las compras, montados a todo tren y con buen aire acondicionado para que no se diga que en los emiratos hace un sofocante calor.
Hay infinidad de centros comerciales a lo largo y ancho de la ciudad pero, de entre todos ellos, hay uno que destaca de forma sobresaliente del resto. Se trata del Dubai Mall, que es ni más ni menos el centro comercial más grande del mundo.
Se encuentra a los pies del Burj Khalifa y, al igual que él, es otra obra faraónica. Tiene 1.200 tiendas, un acuario gigante con varias especies de tiburones, el esqueleto fósil de un dinosaurio (Diplodocus longus), 22 pantallas de cine, varios parques temáticos, una pista de hielo y decenas de restaurantes tematizados. Lo suficiente para quemar la tarjeta de crédito de todo aquel que tenga debilidad por las compras y el consumismo más salvaje.
Todas las marcas de moda conocidas, de lujo y no tan lujo, se pueden encontrar en los centros comerciales de Dubái. Así que de la moda tradicional musulmana que se vende en los zocos del viejo Dubái se puede pasar a la moda más chic o de pret-a-porte de los malls dubaitís.
Si no eres muy de comprar, solo por ver el acuario y el zoo submarino merece la pena acercarse al Dubai Mall. Por otro lado su visita es inevitable si se tiene intención de subir al Burj Khalifa o se quiere ver la Dubai Fountain, ya que el acceso se realiza desde el centro comercial.
Otros centros comerciales populares en la ciudad son el Wafi Mall (Oud Metha road), cuya temática decorativa está basada en el antiguo Egipto, el Mall of the Emirates (Sheikh Zayed road), con la pista de esquí indoor más grande del mundo, y el lujoso Medinat Jumeirah (Jumeirah road). Este último forma parte de un resort de 5 estrellas con varios hoteles boutique y merece la pena conocerlo aprovechando la visita al Hotel Burj Al Arab, ya que está al lado. Se caracteriza por una cuidada construcción que reproduce la arquitectura de las antiguas ciudades árabes, con calles interiores de tiendas que comunican con amplias terrazas al aire libre, canales de agua e incluso una playa privada.
De todo lo contado hasta este punto, el crucero por el Creek es posiblemente lo que menos nos gustó de nuestro paso por Dubái. Motivo por el cual no lo recomendamos, aunque al final todo es una cuestión de gustos.
Argumentamos nuestra opinión en que nos pareció una atracción turística llevada al extremo, hasta el punto de ser un poco forzado y alejada de algo auténtico.
Los cruceros turísticos parten de un muelle en Baniyas Road, en el distrito de Deria, y decorados con una llamativa iluminación navegan por el Dubai Creek en un recorrido hasta casi la desembocadura en el Golfo. Muchos hoteles ofrecen este tipo de excursiones pero, si se quiere ahorrar algo de dinero, en el mismo muelle de salida se puede negociar con los barcos.
La travesía dura cerca de 2 horas. Suficiente para ofrecer una cena de buffet libre y algún espectáculo de baile que mezcla lo tradicional con lo futurista. Decimos esto porque uno de los bailes que vimos lo realizó un hombre con un vestido de mucho vuelo, suponemos que era un traje regional, que daba vueltas a toda velocidad (recordándonos a los tradicionales derviches otomanos) a la vez que su vestimenta se iluminaba de colores neón como si fuera una discoteca móvil. Un poco chocante todo, pero el mérito de dar tantas vueltas en un barco sin marearse no hay quien se lo niegue. En otro de los espectáculos de baile se sacaba a bailar a voluntarios para echarse unas simpáticas risas con el resto de los pasajeros. La cara de un adolescente inglés viendo la descoordinación de su padre no la olvidaremos nunca, parecía decir con la mirada «tierra trágame».
A favor de esta actividad podemos decir que ver desde la cubierta del barco el viejo Dubái iluminado por la noche, mientras se navega por el Creek, si merece la pena.
La cultura de clubs de Dubái es internacionalmente conocida y representa otro de los atractivos de la ciudad.
En Dubái se encuentran algunas de las discotecas, clubes de playa y al aire libre más prestigiosos del mundo. Lo que ha propiciado que por sus salas pasen todos los años muchos de los mejores Dj y músicos del planeta. Así que una escapada nocturna para comprobar si tanta fama es cierta no se puede dejar escapar.
Las opciones son múltiples, pero principalmente se dividen entre locales frecuentados por un público más internacional, como el club 360º del Jumeirah Beach Hotel, y locales frecuentados principalmente por dubaitís, como el Velvet Underground (Khalid Bin Al Waleed Road). Nosotros optamos por el segundo y disfrutamos de una curiosa noche de música electro-árabe entre los más granado de la juventud local.
Los horarios de los locales nocturnos van de 22:30 a 03:00 horas. El código de vestimenta es clave, ya que en muchos sitios se exige lo que los sajones denominan «Dress to impress» y ni siquiera permiten entrar con calzado deportivo. La imagen que lleves condiciona el poder acceder a los locales pagando entrada o gratis, especialmente en el caso del género masculino.
Por último indicar que la venta de alcohol está permitida, pero sus precios son de locura. Por lo general prácticamente todos los hoteles y salas de fiesta tienen permitida la venta de alcohol. Fuera de ahí, al tratarse de un país musulmán, es difícil poder tomar alcohol.
Conocer la noche dubaití fue el broche perfecto para despedirnos de la ciudad con la sensación de haber disfrutado y aprovechado el tiempo al máximo. Muchas experiencias vividas en pocos días, que nos han dejado un grato recuerdo y nos llaman a querer volver si en el futuro tenemos la oportunidad. El destino dirá.
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