La fe mueve montañas, está claro.
Esta manida frase se confirma cuando se contempla por primera vez, desde una rotonda próxima, la conocida como «La Catedral de Justo Gallego» en Mejorada del Campo (Madrid).
Una famosa campaña publicitaria de una bebida isotónica puso en el mapa el lugar para la mayoría de la humanidad.
La visibilidad que le otorgó la televisión consiguió que hasta esta parte poco turística al este de la Comunidad de Madrid llegasen autobuses repletos de turistas de muchas nacionalidades, atraídos por el reclamo de conocer la increíble creación del perseverante y creyente Justo Gallego.
Una construcción de proporciones bíblicas, levantada de forma artesanal utilizando escombros, chatarra, desechos de la construcción y otros materiales reciclados, y sin ningún estudio arquitectónico. Un desiderátum a base de fe, coraje y constancia.
Podríamos resumirla en una «obra de fe» con aspecto de templo católico que aspira a ser catedral. Pero este último deseo de ser catedral aun no se ha cumplido.
Porque por ahora, aunque tenga toda la pinta de catedral, ni siquiera cuenta con licencia de obra y, paradójicamente, deja al edificio en un limbo legal aun no resuelto.
Pero no por ello el lugar deja de merecer ser conocido, justo al contrario. Porque en la Catedral de Justo tenemos el ejemplo de que querer es poder y que, como reza una de las imágenes que decoran el interior del edificio, con amor, bondad, sacrificio, entrega, tesón y fe se puede convertir una idea en una monumental obra.
Para unos se trata de una locura, para otros de una excentricidad y para otros tantos se trata de una genialidad.
Para nosotros representa un poco de todo eso a la vez y, especialmente por su singular historia, consideramos que merecen ser conocidos tanto el autor como su obra.
Por eso nos hemos decidido a escribir este post, buscando un doble objetivo.
Primero invitar a otros a conocer la impresionante historia que envuelve a este extraordinario lugar y, en segundo lugar, preservar el legado de Justo.
Especialmente ahora que el autodidacta constructor es muy mayor, tras cerca de medio siglo dedicado en cuerpo y alma a levantar un sueño que aspira a ser catedral, y que el futuro del templo está sembrado de incertidumbre.
Aquí va pues nuestra particular dedicatoria a la Catedral de Justo Gallego (Mejorada del Campo); una colosal obra de Fe.
Contenido
Los orígenes de Justo y de su colosal obra de fe cuelgan de las paredes de la catedral.
Varios paneles informativos y un mosaico de fotocopias de recortes de periódico, con noticias relacionadas, cuentan la historia.
Justo Gallego nació en la madrileña localidad de Mejorada del Campo hace casi un siglo ya, en 1925.
Durante su juventud mostró un ferviente interés religioso, que a sus 27 años le llevó a ingresar en un monasterio en Soria. Pero fue expulsado del mismo al contraer la tuberculosis, por el miedo a que pudiera contagiar a otros compañeros monacales.
Terminó regresando a Mejorada del Campo y, en un terreno agrícola de la familia, se propuso levantar con sus propias manos el edificio de construcción improvisada y artesanal que hoy se puede ver.
Su determinación le llevó a invertir el patrimonio familiar de que disponía en la construcción de un edificio sacro, en ofrecimiento a Dios, motivado por una infinita fe religiosa.
Sin planos, sin permisos de obra, sin estudio arquitectónico que lo avale o conocimiento alguno sobre albañilería, poco a poco, con el sudor de su frente y los materiales que tenía mano fue dando forma a lo que inicialmente solo estaba en su cabeza.
Simplemente se inspiró en varios libros sobre castillos, catedrales y edificios singulares para tener una base desde la que poder levantar su proyecto vital.
Casi 60 años de obras y aun no se sabe cuando ni como podrán finalizarse los trabajos.
Más de medio siglo trabajando de forma exclusiva en un edifico construido con muchos ahorros, materiales reciclados, donaciones y la ayuda puntual de voluntarios.
El lugar y la obra de Justo se hicieron especialmente conocidos gracias al famoso anuncio de Aquarius de 2005. Una campaña publicitaria que recogía en poco más de un minuto la obra conseguida gracias a la constancia de un ideal, como el mismo Justo decía.
El anuncio reportó un buen pellizco económico, que el antiguo monje invirtió en la obra sacra, convirtió el lugar en un punto de peregrinación turística para gente de todos los rincones del mundo, declaró a Justo como un «ser humano imprevisible» y logró que su trabajo llegara a ser expuesto el mismísimo MoMA de Nueva York.
20 años después de ese anuncio ya no hay tantas visitas de turistas. Pero Justo sigue con su propósito, terminar la construcción y que sea consagrada como catedral. Aunque parece que la iglesia, por ahora, no está por la labor.
Justo Gallego ahora cuenta con 95 años y menos fuerza física que determinación. Algo que le lleva a no desistir y a seguir con su misión hasta que el cuerpo aguante o su Dios quiera.
Él se siente abrumado y feliz con el resultado conseguido hasta ahora y, aunque ya no pueda cargar cemento o subirse a los andamios como antes, cuenta desde hace algunos años con un escudero fiel (Angel) que le ayuda a seguir adelante desde hace más de dos décadas.
Este ayudante entregado a la causa es desde hace un tiempo la voz de Justo, que por su edad ya tiene dificultad para hablar, se preocupa de los desempeños diarios y parece estar trabajando en el futuro del lugar.
Actualmente, y hasta donde sabemos, es el único heredero de la catedral ante la imposibilidad de conseguir un proyecto que legalice la obra para que pasase a manos de la diócesis local.
Pero habrá que ver qué ocurre con la familia de Justo en el futuro, porque parece que la herencia dará que hablar.
Si bien esperamos que eso sea dentro de mucho tiempo y que Justo siga a pie de obra por mucho tiempo más.
El edificio está abierto al público, aunque siempre hay que tener presente el tipo de construcción de que se trata. Un edificio religioso en obras, sin estudio arquitectónico ni permisos que requiere ser visitado con tanta precaución como respeto.
Entre semana se desempeñan las obras que continúan dando forma al proyecto y no debería ser complicado ver a Justo, el religioso «Quijote», y a su escudero fiel merodear por el lugar.
Los domingos, como buenos cristianos, se descansa. Pero las puertas siguen abiertas para los curiosos.
Se accede por una enorme puerta lateral al interior de la nave de 50 metros de largo y 20 m de ancho, que cuenta con una cúpula central de unos 35 metros de alto y dos torres de 60 metros de altura.
El conjunto arquitectónico esta muy avanzado pero, por lo que parece, también muy lejos de estar finalizado.
Prácticamente todos los rincones del recinto son visitables, pudiéndose acceder a los diferentes niveles de la edificación y a sus distintas estancias.
Las zonas privadas están cerradas bajo llave y se avisa que su acceso está restringido.
Los materiales reciclados disponibles para construir el edificio se apilan de forma clasificada en diversos puntos de la nave principal.
No hace falta fijarse mucho para darse cuenta de que la construcción es totalmente artesanal y que no ha seguido criterios de construcción formales. Solo hay que ver la anárquica colocación de los ladrillos que dan forma a las torres o la composición de las vidrieras.
Hay barandillas, columnas y suelos que parecen mantenerse en pie de forma milagrosa. Aconsejando el ser prudentes, en todo momento, a la hora de moverse por el interior del recinto.
Las paredes están decoradas con pinturas con motivos cristianos, fotos de Justo, de recortes de periódicos internacionales contando la proeza de este mejoreño y con indicaciones para poder hacer donaciones a una cuenta corriente para contribuir a la consecución de la obra.
Para recaudar donativos también hay un punto junto a la entrada, en el que se puede conocer la historia de Justo y del lugar. Así como dejar tus pensamientos en un libro de visitas.
Nadie parece vigilar nada y todo está al alcance de todos. Si bien las visitas de curiosos parecen respetan el lugar, siendo respetuosas con el autor y con su obra.
La mezcla de elementos de obra, electrodomésticos antiguos, muebles varios y materiales reciclables convierten el lugar también en una especie de Rastro o mercado de pulgas.
Merece la pena dar una vuelta a los alrededores, y no limitarse a visitar solo su interior, para tener una visión más completa de la obra sacra de Justo.
Las inmediaciones permiten valorar aun más el mérito que ha tenido levantar semejante edificación y que se mantenga en pie. Así como constatar todo el trabajo que queda por hacer para concluir la edificación.
Semejantes vistas hacen pensar si se trata de un milagro, una casualidad o la obra de un genio autodidacta el que todo se mantenga en pie.
El municipio de Mejorada del Campo se sitúa a unos 30 km del centro de Madrid, en dirección Este, junto a la Autopista R-3.
La catedral de Justo se encuentra dentro del propio municipio mejoreño, en la calle de Antonio Gaudí 10, y curiosamente frente a una mezquita musulmana.
Aunque no se conozca la dirección exacta es prácticamente imposible no dar con el lugar preguntando a algún vecino de la localidad.
El entorno del lugar es residencial, siendo fácil encontrar aparcamiento para el coche o la moto. Que es la forma más sencilla y rápida de llegar hasta el lugar.
No hay nada seguro actualmente.
Aun quedan muchos flecos pendientes para poder dar por concluida la obra, sin poder confirmar si realmente se concluirá ni cuando podría ser.
Por otro lado continua sin ser reconocida por la iglesia como templo sagrado, la Comunidad Autónoma de Madrid no la ha reconocido como Bien de Interés Cultural (BIC) tampoco aun y difícilmente habrá un estudio arquitectónico que legalice la edificación conforme a la normativa vigente.
Todo parece estar en contra, para garantizar su finalización o su protección, y el tiempo sigue corriendo para todos.
¿Conseguirá Justo ver terminada su obra?
¿Qué ocurrirá cuándo Justo ya no esté?
¿Reconocerá la iglesia la «catedral» de Justo como templo religioso?
¿Se concluirán los trabajos de construcción?
¿Será protegido el edificio para evitar su demolición?
¿Se protegerá el legado de Justo hasta conseguir ser un templo religioso?
¿Qué harán el heredero y los familiares, respetarán la herencia de Justo?
¿Será declarado BIC?…
Muchas cuestiones en el aire y ninguna respuesta hay concluyente a día de hoy.
Nosotros tenemos nuestras propias respuestas, pero lo único certero actualmente es que la Catedral de Justo Gallego es una mayúscula obra vital y que su creador sí es un ser imprevisible, pero también perseverante, comprometido y encadenado férreamente a su ideal como pocos.
Larga vida a Justo Gallego y a su catedral, una colosal obra de Fe.
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